La censura en la Iglesia

La palabra censura adquiere casi siempre una connotación negativa, casi sin querer pensamos nada más oírla en la falta de libertad, en especial de opinión, en autoritarismo, etc. Sin embargo no tiene porque ser siempre así. La censura es un instrumento y como tal no es ni buena ni mala en sí, depende del uso que se haga de ella.

Si una televisión prohíbe emitir determinados contenidos en su programación en horario infantil está ejerciendo la censura, pero como medida para proteger a los niños, con lo que está realizando un acto moralmente bueno. Algo parecido ocurriría si un medio de comunicación de masas censurase cualquier tipo de opinión que constituyese una apología del racismo, el terrorismo, la violencia contra las mujeres, etc, nadie entendería que fuese un ataque a la libertad de expresión, si no el ejercicio de una labor responsable.


En la Iglesia también existe la censura, si podemos llamarla así, aunque con otra connotación. Su misión es simplemente la de aclarar si una teoría u opinión sobre cuestiones de teología o moral realizada desde (ojo a la preposición) la misma Iglesia es conforme a la doctrina católica o no.

¿Por qué es importante la preposición “desde”? Veamoslo con un ejemplo: Fulanito de Tal decide escribir un libro en el que desarrolla la idea de que Jesús era un extraterrestre del planeta Sunnia que llegó a la Tierra en su nave espacial y los supuestos milagros que hacía no eran más que la aplicación de una tecnología de su planeta, mucho más avanzado en este campo. Naturalmente este argumento no suscitaría ningún comentario dentro de la Iglesia si no a lo sumo una sonrisa por lo peregrino del asunto si alguien llegara a conocerlo.

Ahora bien, siguiendo con el ejemplo supongamos que Fulanito de Tal es teólogo, o sacerdote, o se presenta de algún modo en su condición de católico. Está claro que entonces, desde la Iglesia, sí que debería haber una instancia oficial que dijera “miren, estas teorías de Fulanito no son más que una opinión personal suya, pero son completamente contrarias a la doctrina católica”. Parecería claro, ¿no?.

Ciertamente el ejemplo es muy exagerado, pero mucho más necesario sería este tipo de actuación al tratar temas más delicados sobre el pecado, la salvación, la moral sexual… Un servidor, cuando escribe estas líneas lo hace a título personal, evidentemente, pero no oculto mi condición de Licenciado en Ciencias de la Religión ni la de profesor ocasional de Religión y Moral Católica.

Por eso tengo la convicción de que lo que escribo no es más que un enfoque personal de la doctrina católica pero en todo conforme al Magisterio, pero podría ser que, bien por mi propio desconocimiento (la Teología es muy amplia y no soy experto en ninguna de sus ramas, tan solo tengo un conocimiento básico general) o bien por un falta de expresión (puedo querer escribir una cosa pero por error hacer que se entienda otra) dejase sobre este blog alguna idea que no fuese como tal conforme a la doctrina de la Iglesia. En ese caso agradecería que alguien me lo hiciese saber para poderlo corregir y lo entendería como una obra de misericordia (enseñar al que no sabe, corregir al que yerra) y no como un ejercicio autoritario que cercenase mi libertad de opinión.

Estas reflexiones las hago en general, aunque me han surgido de una noticia que leí hace poco en la que la Congregación para la Doctrina de la Fe había corregido a una persona que, desde su condición de miembro de la Iglesia, había escrito un libro sobre moral sexual en el que consideraba que no existía ningún problema moral en la masturbación, equiparaba las uniones homosexuales con el matrimonio o negaba la condición indisoluble del matrimonio cristiano. Pero esta corrección, que parece obvia, ha sido utilizada por algunos medios anticlericales y catolicoperos para lanzar sus alegatos contra la libertad de opinión, el autoritarismo de la Iglesia y no sé cuantas diatribas más de ese estilo.

Yo vivo mi fe a través de una realidad pastoral que son las Comunidades Neocatecumenales, que no es ni mejor ni peor que cualquier otra, es simplemente a la que me ha llevado el Señor (bueno, a mi y a muchos más). En las Comunidades tenemos una doble bendición, somos bien considerados por una gran parte de la Iglesia en general y mal considerados por otra gran parte, muchos sacerdotes en ella.

Cuando hace un tiempo desde la Congregación del Culto Divino (no la de Doctrina) se nos hicieron una serie de correcciones sobre la forma de celebrar la Eucaristía, algunos de los que nos miran mal hacían comentarios elogiosos tipo “a ver si por fin van a meter en cintura a estos…”, correcciones que aceptamos y asumimos sin que esos mismos nos felicitasen luego por nuestra obediencia, y teniendo en cuenta además que no hubo ninguna otra matización por cualquier otro estamento ni en lo doctrinal ni en lo pastoral. Pero cuando es la Congregación para la Doctrina la que corrige a alguien, los comentarios de muchos de ellos se tornan en todo lo contrario a elogiosos clamando por la libertad y contra el autoritarismo… la vida es así.

3 comentarios en “La censura en la Iglesia

  1. «El cura del pueblo se ha comprado un cochazo». Este es el título de un comentario de ese blog que me dejó perpleja. Verdaderamente siempre pensé que los curas sí hacian los tres famosos votos pero aquí decía que no y yo lo creí porque me gusta este blog y aprendo mucho en él.

    Después escuché a un obispo que sí hacen los votos mencionados, de modo que ¿?…. Y ahora al leer este apartado me he acordado y he buscado por ahí. Y me he encontrado con esto que me ha resultado muy aclarador.

    «Los sacerdotes diocesanos prometen obediencia a su obispo y permanecer célibes, pero a estas promesas no se les llama votos. La diferencia es sutil. Los religiosos hacen sus votos como una donación mas allá de toda exigencia del ministerio. Los sacerdotes diocesanos, en cambio, con su promesa, aceptan un requisito eclesiástico para todo sacerdote.»

    http://www.corazones.org/diccionario/promesas_votos.htm

    Ahora lo tengo claro.

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