El mundo ideal que todos imaginamos

Muchas son las corrientes filosóficas, políticas o humanistas que han imaginado un mundo ideal, incluso personalmente cada uno de los miles de millones de habitantes que pueblan la Tierra más de una vez han pensado en que sería deseable un mundo sin las miserias y calamidades que nos asaltan cada día.

Casi siempre es radicalmente distinto al mundo tal y como es hoy en día donde existen las guerras, la pobreza, el odio, los abusos, la degradación, la mentira, los robos, la corrupción…

Seguramente si cada uno de nosotros dijéramos cómo imaginamos ese mundo ideal  diríamos cosas muy semejantes a las siguientes:

– Un mundo en el que no hubiese guerras, ni terrorismo, ni odio, ni asesinatos, ni abusos. Un mundo en paz y en armonía, donde el amor fuese la norma de conducta.

– Un mundo donde existiese el amor verdadero, donde las parejas se amasen sin traiciones ni engaños para toda la vida. Donde el cuerpo no fuese un objeto de placer sino de amor compartido y fecundo, donde no hubiese prostitución, ni pornografía, ni violaciones, ni pederastia, ni depravaciones contra natura.

– Un mundo donde no existiese ni la mentira ni la estafa. Donde todos fuesen capaces de mantener la palabra dada. Donde un sí o un no tuviesen mucho más valor que todas las leyes juntas.

– Un mundo donde los hijos respetasen y amasen a sus padres, donde a los ancianos se les reconociese su dignidad y no se les dejase de lado.

– Un mundo sin robos, sin corrupción, sin enchufes, donde la honradez fuese un valor supremo, donde cada uno recibiese lo que le correspondiese en base a su capacidad y a las necesidades de su familia.

– Un mundo sin codicia, si consumismo, donde el dinero no fuese el motor de todo, donde no hubiese ni pobreza, ni miseria, ni hambre, con un justo reparto de las riquezas. Sin explotación del tercer mundo ni sueldos ni trabajos de miseria.

– Un mundo donde no se viviese para trabajar, con jornadas interminables u horarios que alterasen la vida familiar, sino donde cada uno pudiese trabajar para su sustento y para el bien común pero tuviese también tiempo para la familia, el descanso y el ocio.

– Un mundo donde no se redujese todo a lo material, sino donde hubiese la posibilidad de desarrollar la vida de fe y la práctica religiosa y espiritual sin impedimentos ni persecuciones.

mundo ideal

Con mayores o menores matices seguro que todos subscribiríamos un mundo así, un mundo que llevamos anhelando desde que el hombre es hombre, un mundo que han perseguido y anhelado miles de personas e ideologías, un mundo también, y hay que decirlo así, que tratando en ocasiones de ser construido a base de imposiciones consiguió exactamente el efecto contrario…

¿Pero existe realmente la posibilidad de lograrlo?. Probablemente del todo nunca, ya que el ser humano no dejará de ser débil y pecador, aunque si es cierto que como en todo camino la meta estará siempre más cercana cuando más avances hacia ella.

Lo más “curioso” del caso (perdóneseme la expresión, que para algo la he puesto entrecomillada) es que de todos los proyectos humanos, filosóficos, políticos, humanistas, religiosos o sociales, el único que coincide con el 99% de los deseos de la humanidad no lo formuló ningún humanista, filósofo o político, ni siquiera ningún profeta o líder religioso… lo hizo el mismo Dios nuestro Señor cuando le entregó los diez mandamientos a Moisés.

Ojalá algún día, con la ayuda de su Gracia, sean muchos los que hagan del decálogo su código de conducta.

 

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Éx 20, 2-17; Dt 5, 6-21 Fórmula catequética
Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. Yo soy el Señor tu Dios
No tendrás otros dioses. No te harás una imagen, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto. 1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No pronunciarás el Nombre del Señor, tu Dios, en falso. 2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
Guarda el día del sábado, santificándolo, como el Señor, tu Dios, te ha mandado. Durante seis días trabaja y haz tus tareas; pero el día séptimo es día de descanso dedicado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el inmigrante que viva en tus ciudades. 3. Santificarás las fiestas.
Honra a tu padre y a tu madre 4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás. 5. No matarás.
No cometerás adulterio. 6. No cometerás actos impuros.
No robarás. 7. No robarás
No darás falso testimonio contra tu prójimo. 8. No darás falso testimonio ni mentirás.
No pretenderás la mujer de tu prójimo. 9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, nada que sea de él. 10. No codiciarás los bienes ajenos.

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