¿Hace mal la Iglesia metiéndose en política?

  • Pero profesor, ¿no crees que la Iglesia hace mal metiéndose en política?

  • Bueno, dicho así te tendría que decir que ni mal ni bien… pero podrías concretar un poco más.

  • Me refiero a que muchas veces lo que pretende es que las leyes se ajusten a su idea… seas o no seas creyente

  • Vale, ya veo por dónde vas y me parece muy interesante. Si te parece vamos a analizar primero el caso de otra de las grandes religiones, el Islam, y luego lo compararemos – el alumno se encoge de hombros – Como ya os he explicado los musulmanes tienen el libro sagrado, el Corán, que es la base de su fe, pero luego tienen lo que se conoce como la Sharia, la ley islámica… Esta ley regula cosas no sólo de orden moral o espiritual, si no también de conducta civil, criminal o sexual.

  • ¿cómo?

  • Pues por ejemplo beber alcohol o tener relaciones sexuales homosexuales está penado con castigos que van desde los azotes a la muerte por lapidación, a pedradas. El robo está castigado con la amputación de la mano…

  • ¡Pero qué barbaridad!… ¿pero eso es así en todos los países musulmanes?

  • No en todos… tened en cuenta que el islam, al igual que pasa con las iglesias protestantes, no tiene una unidad ni una jerarquia común como sucede con la Iglesia Católica, por lo que hay muchas ramas e interpretaciones y diferencias de un lugar a otro, de una rama a otra… Pero lo que quería comentaros, para no desviarnos del tema, es que existe una corriente dentro del Islam, los islamistas, que pretenden que la Sharia, que en principio es una ley para los creyentes, se convierta en una ley civil, que sea de obligado cumplimiento para todos, sean o no creyentes.

  • ¿Pero lo han conseguido?

  • Bueno, a medias… algunos países sí que han adoptado la ley como tal, convirtiéndose oficialmente en “estados islámicos”… otros han adoptado algunos preceptos como en temas de herencia o de préstamos bancarios y en un tercer grupo, los menos, existe una neta separación entre la ley civil y la ley religiosa.

monjes

  • Pero bueno… ¿y qué tiene que ver esto con la Iglesia?

  • Gracias, ahí es donde quería llegar… sabéis que en la Iglesia existen una serie de normas o preceptos de carácter religioso… como ir a misa los domingos, confesarse al menos una vez al año, abstenerse de comer carne los viernes de cuaresma…

  • ¿Pero qué tiene que ver eso con lo de meterse en política?

  • Nada, esa es la respuesta, nada. En la Iglesia, a diferencia del islam, no existe una corriente “cristianista” que pretenda convertir los preceptos religiosos en ley civil… seguro que no conocéis a ningún obispo que haya pedido al gobierno que se multe a los que no vayan a misa o que se cierren las carnicerías los viernes de cuaresma… – risas

  • Ya pero… en otros aspectos la Iglesia sí que se mete…

  • ¿Podrías darme un ejemplo?

  • Pues como en el caso de los homosexuales…

  • ¿Seguro?- le inquiero- ¿Tú has visto a alguien de la Iglesia que haya pedido una ley para prohibir las relaciones homosexuales?

  • No, claro… pero sí que se opone a la bodas gays.

  • Evidentemente, la Iglesia considera que la familia es la base de la sociedad y el matrimonio entre el hombre y la mujer es a su vez la base de la familia, por eso defiende que no se equiparen a ella otro tipo de uniones que son de naturaleza distinta… si hubiese la pretensión de que la bigamia, la poligamia o el matrimonio grupal (lo que se denomina una comuna) se convirtiesen legalmente en matrimonios la Iglesia también se opondría.

  • ¿entonces te parece bien que la Iglesia se meta en política?

  • Me parece bien que en cuestiones fundamentales de derechos humanos o sociales la Iglesia muestre su opinión… tened en cuenta que la Iglesia, aunque tenga una componente trascendental ya que estamos hablando del Pueblo de Dios, no está formada por marcianos – más risas- La formamos todos nosotros, personas de carne y hueso que vivimos en una sociedad concreta, acatamos sus leyes y pagamos nuestros impuestos y por tanto podemos y debemos, tanto a nivel personal como institucional, mostrar nuestra opinión y ejercer nuestros derechos.

  • Y también está el caso del aborto- interviene otro alumno

  • Sí, ese es otro buen ejemplo, dime.

  • Si la Iglesia está en contra del aborto, pues que los creyentes no aborten… pero que dejen a los demás hacer lo que quieran.

  • Tienes razón… en parte. La Iglesia deja que los demás actúen y hagan con su vida lo que crean conveniente aunque no coincida con sus planteamientos… pero en el caso del aborto uno no hace algo con su vida, si no con la vida del otro. Como ya os expliqué, el aborto supone la muerte de un ser humano – n. aut. ver artículo sobre el aborto -y no es por tanto lo que uno hace libremente con su cuerpo, si no la decisión de eliminar a otro que temporalmente se halla dentro de su seno. Es por tanto una cuestión del respeto por la vida, que es el más fundamental de los derechos humanos, ya que sin él todos los demás carecen de sentido. Y la Iglesia se opondrá, siempre y con todas sus fuerzas, a la muerte deliberada de un ser humano, más aún cuando es totalmente inocente e indefenso.

La conversación se alargó con muchos más temas, algunos propuestos como ejemplo por el profesor otros por la inquietud de los alumnos: ¿debería la Iglesia pedir la prohibición de la prostitución o la pornografía?, ¿qué ocurre con el consumo de drogas? ¿y el comercio de armas? ¿y las relaciones comerciales con países dictatoriales? ¿y asesorar el voto a los creyentes?… la cosa da para mucho más.

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