¿Se nos mueren las órdenes religiosas?

Leo una noticia que no por habitual deja de ser triste. Los miembros de una orden religiosa abandonan una diócesis en la que han estado viviendo, sirviendo y trabajando en los últimos cuatro siglos por la escasez de miembros y nuevas vocaciones. Las estadísticas a nivel mundial confirman de manera alarmante esa tendencia, los religiosos cada vez son menos y más ancianos. Sumo otra que es similar aunque con un punto contradictorio: El número de católicos en el mundo entero crece pero desciende el número de vocaciones.

¿Cuál es el motivo? Difícil saberlo, pero a la hora de dar explicaciones uno de los responsables de la orden que ha marchado a la que me refería lo tenía muy claro “hoy en día los jóvenes ya no quieren ser castos y pobres”. ¿Y ya está?. Estas respuestas tan simples me dejan perplejo, un problema tan serio no puede ser respondido con un “esto es así porque pim y porque pam”.

Pero además, debo reconocerlo y que el Señor y que este señor me perdonen, me indigna. Me indigna la falta de autocrítica, me indigna el poco o nulo trabajo pastoral para revertir esta tendencia… y esta indignación me lleva no a montar un campamento ante el palacio arzobispal para exigir no sé qué, pero si a hacer una breve reflexión, quizá no muy fundamentada y rigurosa pero sí sentida.

Veamos, hay datos que se nos escapan al simplificar las cosas pero no por ello dejan de ser ciertos, a modo de pinceladas, no sé si sueltas o si realmente llegarán a formar un cuadro, voy a lanzarlas sobre el teclado de mi ordenador.

-Las vocaciones siguen siendo ante todo una respuesta a una llamada concreta del Espíritu Santo. Puede que el Espíritu sople en estos tiempos por otro lado, puede que efectivamente tengamos los oídos y los corazones cerrados a su llamada o puede también que aunque algunos jóvenes se lo hayan planteado en alguna ocasión les hayan echado atrás los malos ejemplos de los miembros de algunas órdenes. O puede que hayamos confiado más en proyectos de cooperación con el tercer mundo y obra social, por ejemplo, que en facilitar los cauces para la acción del Espíritu…

-En la Iglesia casi todo pasa excepto la propia Iglesia. Hay realidades de la misma que en su tiempo fueron un magnífico instrumento para la evangelización y la vida de fe de las que hoy ya nada queda o muy pocos conocen. También algunas órdenes religiosas desempeñaron un papel fundamental en determinadas épocas históricas y hoy apenas se conserva un reducto testimonial o han desaparecido. El Espíritu Santo, como decía un amigo mío, emplea andamios diferentes para sujetar la Iglesia según el tiempo concreto que le toca vivir.

-No todas las órdenes religiosas y congregaciones decrecen, algunas crecen mucho y muy rápido. Es curioso que las más novedosas suelen ser las que más empuje experimentan. ¿por qué?. Dice el libro del Apocalipsis contra la Iglesia de Éfeso que reconoce sus trabajos y las pruebas por las que ha pasado, pero tiene una cosa contra ella, ha dejado a un lado y ha enfriado el amor que tenía al principio. Probablemente ocurra así con las órdenes e institutos de siglos, han perdido el amor y el entusiasmo inicial que tienen las nuevas instituciones y se han aburguesado.

-Muchas órdenes han “traicionado” su propio carisma (perdón si la palabra es fuerte): De la regla del fundador en ocasiones queda apenas una referencia en muchos casos. Y si no en la letra sí en la práctica. En muchas de ellas apenas existe ya la oración en común o la comunicación fraterna y sus miembros comparten comedor y trabajo… pero poco más. La obediencia que constituye santo y seña incluso se relaja con la “decisión en conciencia” que en la práctica faculta a los propios religiosos para obedecer o no a sus superiores. El caso es sangrante en aquellas dedicadas a la educación, que en ocasiones más que un apostolado para formar a los niños parecen simples empresas escolares.

-Aunque parezca irrelevante, los religiosos ya casi no usan el hábito propio de su orden, al igual que los sacerdotes diocesanos con el clergyman o la sotana. En un tiempo en que utilizamos la palabra “visibilizar” hasta el hastío (aunque no es correcta según la RAE salvo para hablar de rayos X o de uso del microscopio y similares), visibilizar a las mujeres, a los pobres, a los colectivos marginados, al tercer mundo, a los trabajadores en situación precaria… la mayor forma de “visibilización” que poseen los religiosos que es lucir el hábito. Sin embargo los religiosos no suelen llevarlo y lo utilizan solo en determinados actos. Conocida es la anécdota de San Francisco que llevó consigo a uno de sus frailes a evangelizar al pueblo y anduvieron toda la mañana paseando por el mercado y las plazas  hasta que finalmente regresaron a la porcíuncula, cuando el fraile le preguntó “¿No habías dicho que íbamos a evangelizar?” y Francisco le contestó “Y eso hemos hecho”. Puede así que muchos jóvenes no sepan ni qué es una orden religiosa pese a haberse cruzado con cientos de sus miembros sin saberlo por la sencilla razón de vestir de particular.

-En la última década se ha dado un fenómeno nuevo en las órdenes religiosas, “la importación” de religiosos/as de los países del tercer mundo y/o de países de misión. Este fenómeno tiene dos caras, por un lado la de constatar con alegría cómo los mismos que ayer fueron evangelizados hoy se suman a la evangelización y devuelven la gracia recibida  pero por otro lo que esto implica de falta de vocaciones para las órdenes en los mismos países en las que nacieron. Además en la práctica, y en especial en el caso de las femeninas, las monjitas jóvenes se dedican en buena medida al cuidado de las hermanitas ancianas, cosa que las santifica pero que evidencia una triste situación.

-En ocasiones se ha desligado la pastoral juvenil de la pastoral vocacional. Es sorprendente también cómo estamos viendo últimamente, por ejemplo, ordenaciones sacerdotales de hombres de más de 40 y 50 años. ¿No los llamó Dios en su juventud?. Jóvenes que han pasado la vida en grupos juveniles, muchos de ellos ligados a órdenes religiosas, que no recuerdan en ningún momento que sus monitores catequistas les hubiesen planteado la posibilidad de la vida religiosa de una manera seria… como mucho alguna mención de pasada.

-Otro dato triste y doloroso es ver cómo algunas órdenes religiosas, y de las más importantes y numerosas, se han convertido en paladines del rechazo al Magisterio. Desde algunas de ellas se predican con frecuencia ideas y conceptos que niegan muchas de las afirmaciones contenidas en el Catecismo… y lo hacen con una pretensión de autenticidad que confunde y daña a los creyentes, al Cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

Bueno… podríamos seguir lanzando datos, opiniones e intuiciones, pero no sé si serviría de algo. Sé que lo que acabo de escribir es duro y puede que ofensivo para algunos, también para mis amigos miembros de alguna orden o instituto religioso. Seguro que habré exagerado en alguna de estas afirmaciones, seguro que no habré medido bien la carga crítica de alguno de estos puntos y seguro que también habré generalizado en aspectos que son puntuales o minoritarios, pido perdón, pero decirles que lo he hecho con el dolor del corazón herido que en ocasiones te hace ver las cosas más negras de lo que en realidad son.

No sé cual es la voluntad de Dios, no sé si las órdenes religiosas como tal terminarán muriendo y su testigo será recogido por nuevas realidades y acciones del Espíritu, si conocerán un resurgir o si morirán solo las más veteranas para dejar paso a las más recientes… sea como sea espero que el Señor nos de discernimiento para seguir su camino y ser obedientes a su voluntad.

5 comentarios en “¿Se nos mueren las órdenes religiosas?

  1. Efectivamente, además de autocrítica falta un componente esencial: el amor y entrega a los demás en el propio ejemplo personal e institucional.
    La Iglesia se ha convertido en un acusador moral, lo que provoca un gran rechazo, más aún si cabe, cuando son los que menos ejemplares son.
    Curas de cuellos gordos gordos y prominentes barrigas, politizados y palmeros de aquellos que les subvencionan a costa de venderse como acólitos del poder. religiosos apoltronados que no se comunican con el exterior.
    Iglesias frías y llenas de obras de arte, son más que centros de culto, museos de antigüedades.
    Poca pobreza, mucho señalar a gays pero es donde más hay y además homófobos encubiertos escondidos debajo de una fe frágil y radicalizada.
    El mensaje de Cristo teorizado en facultades de Teología que solo se ocupan de expedir títulos y engordar académicos encerrados en sus bibliotecas e intelectualismo.
    Poca pasión, y poca humildad. El Espíritu Santo no puede estar entre aquellos que no empatizan y que no descienden de su egolatría travestida de alzacuellos con aquellos a los han de transmitir un mensaje de fraternidad y comprensión. Primero como dicen algunos: el dogma y después ya te escucharé.
    La Iglesia institucionalizada es un teatrillo de casullas doradas de oro y lentejuela que poco tienen que ver con la humildad y la verdad de la palabra. Es poco edificante que alguien que parece un Drag queen lleno de brillos y joyas me diga que es el símbolo de la,pobreza personal y la caridad.
    La mentira ya no convence…

    • No recordaba de hace tiempo una sarta de prejuicios y calumnias como las que usted ha formulado. Para empezar el artículo habla de las órdenes religiosas y usted, por ignorancia o con intencionalidad, habla de la Iglesia en general y del clero en particular. De todas maneras le deseo que el Señor le conceda alguna vez la paz que falta en su corazón y que su lengua refleja.

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