El Primado de Pedro


Un tema del que trato/discuto en las redes sociales con los hermanos separados con cierta frecuencia es el asunto del primado de Pedro. Es un tema que naturalmente les interesa en el sentido de rebatirlo, puesto que sus congregaciones para empezar surgieron muchos siglos después y además no reconocen el sacramento del orden.

He de confesar que me producen mucha tristeza sus preguntas con respecto a este asunto, no por el contenido de las mismas, que pueden ser muy interesantes, sino porque en la mayoría de los casos lo hacen de forma deshonesta, no les interesa la respuesta sino sólo la objeción y les da igual al final lo que les expliques que ellos seguirán en sus trece… ¿para qué pregunta alguien que no quiere conocer la respuesta?

Los católicos sabemos que Cristo fundó una sola Iglesia sobre Pedro, al que consideramos como el primer Papa, y esa misma Iglesia que subsiste en nuestro tiempo no es ni puede ser otra que la Iglesia Católica. La cita bíblica es bien conocida Mt 16,18a “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia”.

Como los protestantes no pueden negar que dicha frase fue pronunciada por Cristo y tampoco van a reconocer que «no hacen caso a lo que dice la Biblia» (que es curiosamente la crítica que hacen hasta la extenuación a los católicos con el fin de legitimarse), no pueden hacer otra cosa pues que afirmar que la hemos interpretado mal, que Cristo no fundó su Iglesia sobre Pedro, que eso no es lo que significa la frase.

¿Qué argumentan para ello?. Algo tan sencillo como falso, si Jesús es la roca, la piedra, Pedro no puede serlo. Esto es sencillamente absurdo porque sabemos desde niños que una misma palabra puede tener varios significados o utilizarse de diversas maneras según el contexto. Sería como decir que como Jesús ha dicho que Él es la puerta, lo que hay en la entrada de tu casa no puede ser la puerta de la misma.

Pero veámoslo en las misma Escrituras, en la Biblia, y desde un primer momento ya comprobamos que  no existe una acepción única para el término “piedra” como los hermanos separados pretenden hacer creer. Así encontramos la palabra piedra para referirse a los ídolos (Jr 2,27), al corazón impío (Job 41, 46), a YHWH (Dt 32,4)… junto al adjetivo “angular” aparece en los salmos y en los profetas como anuncio mesiánico (Is 28,16; Sal 118), el mesías será la piedra rechazada por los arquitectos y convertida en piedra angular, de la misma manera que los doctores de su propio pueblo rechazaron a Jesús… pero también, y este es el caso que nos ocupa, será usada como nombre propio, “Cefas”, Pedro, cuando Jesús le cambia el nombre a Simón.

¿Por qué Jesús cambia el nombre a Simón?. Si vemos en la Biblia cada vez que Dios cambia el nombre a alguien es para darle una nueva misión y/o dignidad, Abram a Abraham, Saray a Sara, Jacob a Israel… ¿cuál es esa nueva misión que Jesús le da a Simón, ahora Pedro?. Siempre que Dios le cambia el nombre a alguien a continuación explica el significado del mismo, en este caso es claro tal como leemos en Mt 16,18a “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia”. Jesús sabe próxima su muerte y posterior partida al Padre y quiere dejar su Iglesia, (la suya, la única Iglesia de Jesucristo) bajo la dirección de sus apóstoles y de Pedro en particular.

Capilla del Primado de Pedro con el «Mensa Christi» la roca sobre la que según la tradición Jesús encargó a Pedro la misión de «apacentar a su rebaño».

 

¿Y no podría ser que, tal como dicen los protestantes, Jesús estuviese hablando de sí mismo? Esta afirmación resulta también un sinsentido. Para empezar Jesús no hace jueguecitos de palabras ni trabalenguas, no le dice a Pedro “tú eres Piedra, y sobre esta Piedra que no eres tú sino que soy Yo edificaré mi Iglesia sobre mí mismo”… no, está claro que Jesús se refiere a Pedro, la piedra sobre la cual va a construir.

Pero además, y por si hubiera alguna duda, no es la única vez en que Jesús le manifiesta esta misión, sino que lo hace en dos ocasiones más y muy significativas, sin que tenga que usar esta vez los términos roca, piedra, ni ninguno similar.  La primera durante la última cena, Lc 22,32, “yo he rogado por ti, para que tu fe no falle; y tú, una vez vuelvas, confirma a tus hermanos”. Si nos fijamos Jesús habla personalmente a Pedro, “rezo por ti” no “por vosotros”; “confirma” no “confirmad”… Jesús vuelve a encargarle la misión de “confirmar en la fe a los hermanos” a Pedro. Y la segunda aún más significativa en Jn 21, 15-17 una vez Cristo ha resucitado, frente a un fuego y tras preguntarle por tres veces si le ama (un claro paralelo a las tres veces que le negó junto a otro fuego) le dice en otras tantas ocasiones “Apacienta mi rebaño”. A Pedro, en persona y de manera individual, le encarga esa misión, el rebaño no es de Pedro, es de Cristo, pero el encargado de dirigirlo es Pedro por decisión del mismo Jesús.

Esto además lo podemos luego corroborar en la práctica apostólica y de la Iglesia primitiva, Pedro, aún formando parte del cuerpo apostólico, se le menciona a parte, “Pedro y los doce” (1 Cor 15,5); cuando Pablo sube a Jerusalén a presentar a los apóstoles su misión es a Pedro al que acude, cuando Juan y Pedro llegan a la tumba del resucitado Juan cede el paso pese haber sido el primero, en Pentecostés el Espíritu Santo desciende sobre María y los apóstoles pero es Pedro el único que toma la palabra…

¿Por qué entonces los protestantes que presumen tanto de seguir la Biblia omiten estas referencias bíblicas, acaso las desconocen? Evidentemente no es ese el problema. Hemos de tener en cuenta que la cita completa del primado de Pedro es Mt 16,18 “Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá”.

Queda claro que Jesús funda una sola Iglesia, no funda cientos de miles de congregaciones como las protestantes; queda claro que la Iglesia de Cristo es la fundada sobre Pedro, y por tanto no pueden ser cientos de miles de congregaciones dispersas surgidas 16, 17 y hasta 20 siglos después y queda claro también que Jesús profetiza que su Iglesia nunca será vencida, por lo cual la misa Iglesia que Él fundó sobre Pedro subsiste hoy en día (y ha subsistido desde entonces), evidentemente, en la Iglesia Católica. Cada sacerdote ha sido consagrado (que no nombrado, autonombrado o elegido como sucede en las congregaciones protestantes) por un obispo que a su vez fue consagrado por otro, y ese por otro… y así sucesivamente hasta los mismos apóstoles.

Que un protestante tenga en cuenta todo esto supone reconocer que no tiene sentido estar separado de la Iglesia de Pedro, de la Iglesia que Jesús fundó, la Iglesia Católica… con lo cual sólo tienen dos salidas, o emprenden el “regreso a casa” y se convierten al catolicismo, cosa que han hecho miles y miles de ellos, Bendito sea Dios, o se enrocan en sí mismos intentando de manera torticera dar una interpretación absurda de Mt 16 y cerrando los oídos y el corazón a Lc 22, Jn 21 y a todo el resto de citas bíblicas sobre el primado de Pedro.

Mientras eso no suceda los católicos y los protestantes, en lugar de enzarzarnos en la diferencias que nos dividen, deberíamos tratar de convivir fraternalmente y hacer hincapié en aquello que nos une que es mucho más de lo que nos separa. ¿volveremos algún día a estar todos los cristianos unidos en la única Iglesia de Cristo bajo el primado del sucesor de Pedro? Dios lo quiera, recemos pues.

Risto Mejide me entrevistó en televisión


El popular crítico musical y locutor de televisión Evaristo “Risto” Mejide me invitó recientemente a su programa de entrevistas. El formato era muy simple, los dos estábamos sentados en un sofá de tres plazas, cada uno en un lado del mismo mirándonos el uno al otro y conversando.

Sabiendo mi condición de creyente la charla derivó hacia temas de religión en el que me expuso algunas de sus dudas y reservas sobre la fe católica. Ciertamente no se trataron de preguntas propiamente dichas, sino que él iba exponiendo una serie de ideas o pensamientos con el fin de que yo fuera dándole la réplica.

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Reproduzco un trozo de la misma.

  • RM: No logro comprender lo del dogma del pecado original, Adán y Eva comiendo un manzana… para mí es el mayor cuento, o uno de los mayores cuentos de la historia. Personalmente me encantan los cuentos para niños, creo que son maravillosos, pero en este caso me parece que esta historia no se ha actualizado.
  • Servidor: Bueno, creo que lo primero que deberías actualizar son tus conocimientos sobre la Biblia, ja, ja, ja… nada más como anécdota te diré que en el relato de Adán y Eva no se habla nunca de una manzana, aparece un árbol de fruto apetitoso pero en ningún momento se dice qué fruto es ese. Pero bueno, detalles aparte te diré que difícilmente se puede actualizar lo que probablemente sea hoy más actual que nunca.Te explico… lo que tú llamas cuento es con toda certeza la explicación más profunda y auténtica sobre la realidad del ser humano, su relación con Dios, el motivo de su infelicidad… más sabia que todas las filosofías de la historia juntas. El hombre siempre ha tenido la misma tentación que el relato explica que tuvieron Adán y Eva, querer ser como Dios, conocer el bien y el mal, que cada uno decida lo que está bien y lo que está mal, no tener ninguna autoridad por encima que nos indique lo bueno y lo malo, ser autónomos moralmente.

    Y eso pasa hoy en día más que nunca, cada uno de nosotros rechazamos que nadie nos diga nada, ni la Iglesia, ni el Papa, ni los curas, ni Dios… si me apetece hacer esto, lo hago, si quiero meter mano en la caja de mi empresa o ponerle los cuernos a mi señora, lo hago… soy libre, nadie tiene que venir a decirme si lo que he hecho está bien o está mal, ¡soy el dios de mi vida!… ¡las cosas se hacen como dios manda! es decir, como yo digo.

    Ciertamente el relato en sus formas no es un hecho histórico, ni nadie lo pretende hoy en día, pero lo que dice sí que es totalmente cierto, el hombre ha sido creado por Dios para su felicidad, pero el hombre es libre y en su libertad puede sucumbir a la tentación y querer suplantar a Dios y desobedecerle, cayendo en la muerte, en la vida sin sentido… ese es el pecado que comparte la naturaleza humana, el que está en el origen de nuestra propia especie.

  • RM: ¿Y lo de la Virgen María? Ese sí que es otro cuento difícil de creer, lo de que una mujer se quede embarazada porque le venga una paloma.
  • Servidor: Me temo que vuelves a caer en lo mismo. A María no “le viene” una paloma ni ningún otro animal, eso no es lo que dice el relato del evangelio, María recibe el anuncio de un “mensajero” de Dios, de un ángel, que le comunica que va a ser la madre del Hijo de Dios sin necesidad del concurso de ningún varón. ¿que es difícil de creer?, no es que sea difícil de creer, es que se trata de un milagro y como tal es materia de fe. Igual Dios podría haberlo hecho de otra forma, pero quiso hacerlo así y naturalmente no podemos constreñir a Dios únicamente dentro de la lógica o de lo humanamente posible, en ese caso… no sería Dios.
  • RM: Pero luego María y José estarían enamorados y tendrían sexo como una pareja normal
  • Servidor: Bueno, lo de estar enamorados es algo que no podemos saber, podían simplemente haber aprendido a amarse después. Ten en cuenta que estamos hablando de la Palestina del siglo I y de una sociedad rural. Los matrimonios no se realizaban por amor, sino que se acordaban entre familias. Existe una tradición de representar a José como mucho mayor que María, probablemente respondería al caso de los padres que entregaban como esposa a su hija a un hombre viudo que cuidaría de ella.Y lo de tener sexo es algo que la Iglesia desde siempre lo ha descartado, ya a principios del siglo II se hablaba de la perpetua virginidad de María, pero no porque José estuviera mayor y ya no pudiese tener relaciones, eso es una estupidez, sino por entender que tanto José como su esposa quisieran respetar la virginidad del seno en el que se había gestado el propio Dios hecho hombre.
  • RM: Otra cosa que no entiendo es lo del concilio de Trento, el momento en que intentan separarse del protestantismo y marcar esta distancia, estos son malos, nosotros somos los buenos…
  • Servidor: Bueno, sería gracioso, sino fuera por lo triste que resulta, lo de que la Iglesia quisiera “separarse del protestantismo”. Sabemos que fue justamente al revés, que la reforma de Lutero lo que produjo es la separación de una parte de la cristiandad europea de la Iglesia. Debemos tener en cuenta que, al contrario de lo que algunos han llegado a creer, Lutero no quería corregir la situación de la Iglesia porque esta tuviera muchos pecados o hubiese mucha corrupción en su tiempo, que probablemente así fuera, sino que Lutero lo que hizo básicamente, y así lo manifestó él mismo, fue romper con la tradición recibida de los 16 siglos anteriores, rechazando la autoridad de la Iglesia, la figura del papado, el valor de las obras, la gracia sacramental, el uso de las imágenes… en definitiva rechazó la fe de la Iglesia y, permíteme decirlo, con una gran soberbia.
    Por eso se produjo el concilio de Trento, no porque se tratase de una cuestión de buenos y malos, eso es maniqueísmo y la Iglesia condena el maniqueísmo, sino porque tenía que corregir lo que hubiese que corregir pero afirmando y reafirmando la fe recibida. Muchos grandes reformadores ha habido en la historia dentro del catolicismo y en tiempos difíciles, como Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Asís… pero a ninguno de ellos se les ocurrió jamás renunciar o tratar de cambiar el propio credo de la Iglesia.

Queridos lectores del blog, perdónenme el relato ya que esta historia es falsa… bueno, al menos es falsa en parte. Las preguntas sí que responden a lo que fue una parte del transcurso del programa, pero yo no fui el invitado, fue otra persona. Las respuestas son las que yo hubiera dado en caso de haber acudido al programa o, dicho de otro modo, las respuestas (tal cual o similares) que me hubiera gustado que cualquier persona creyente hubiese contestado.

El obispo de Córdoba, la fecundación artificial y la estupidez humana políticamente correcta


A uno le dan ganas muchas veces de mandar al carajo a toda una serie de pseudopensadores pseudoprogresistas pseudocatólicos y muy pero que muy políticamente correctos, cada vez que les da por arremeter contra un obispo por cometer el horrible crimen de hacer pública la doctrina de la Iglesia, “habrase visto qué desfachatez”.

Pero si finalmente no me entran ganas de hacerlo no es por la pena que me dan, que es mucha, o por lo inconsistente de sus argumentos, que lo son y mucho, sino por puro y sencillo aburrimiento. Cualquier día abrirán un proceso contra don Paco, el cura de Villaconejos, por atreverse a decir en el sermón de la misa dominical que Dios existe.

Esta vez le ha tocado al obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, porque ha definido la fecundación artificial como “aquelarre químico”. Vaya por Dios. Y naturalmente han salido contra él en primer lugar los catolicoperos a través de sus plataformas de internet y seguidamente, como siempre, los políticos izquierdosos con sus peticiones de condena, recusaciones y demás zarandajas.

Pero a un servidor que le mueve más su amor por la Iglesia y por la libertad que el aburrimiento (tampoco mucho, la verdad, que el aburrimiento es muy grande) le da por escribir unas líneas y dejar un comentario. Costumbres que tiene uno.

Vamos a ver. La concepción es un don de Dios, no es un derecho de los padres, no es una obligación del sistema económico, no es la fabricación de seres humanos… y todo concebido tiene por tanto su dignidad de persona y no de cosa y sus derechos como ser humano y no como producto manufacturado.

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En el plan de Dios inserto en la naturaleza todo concebido tiene, como es sabido, un padre que aporta su semen, una madre que aporta su óvulo, un acto sexual entre ambos y una concepción y una posterior gestación en el seno materno. ¿es de cajón, no? Y como es lógico la Iglesia defenderá por tanto este plan de Dios y no aceptará como lícita la alteración, al menos en sus presupuestos básicos, de la misma.

Un sistema de reproducción en el que el semen no sea del esposo, el óvulo no sea de la esposa, la concepción se produzca en un tubo de vidrio, la gestación en el útero de otra mujer, se desechen embriones en un proceso de selección o cualquiera de los supuestos por separado, no podrá ser considerado como lícito moralmente por la Iglesia ¿es simple, verdad?. Nadie tiene la obligación de comulgar con la doctrina de la Iglesia pero de la misma manera nadie debe creerse con el derecho de impedir, despreciar o condenar a la Iglesia por exponer su doctrina. Parece lógico.

Pero no, en este mundo dominado por lo políticamente correcto no lo es. Un mundo en lo que prima es la libertad individual por encima de toda consideración moral, no lo es. Un mundo donde todo lo técnicamente posible es socialmente aceptable no lo es. Y todo aquel que ose contradecir al espíritu de lo políticamente correcto será tachado inmediatamente de retrógrado, fascista, intransigente, inquisidor, liberticida, misógino y apologista de las hemorroides…

Pero la Iglesia no puede ni debe dejarse llevar por las modas de este mundo. Todo avance científico que contribuya a la dignidad del ser humano será bienvenido, todo el que conlleve la reducción del ser humano a la categoría de cosa o producto no. Como dijo San Juan Pablo II «no todo lo científicamente posible es moralmente admisible».

Por eso, ante una dificultad para concebir, habrá que tener como lícitos aquellos tratamientos que ayuden a la concepción natural en lugar de sustituirla y, ante la imposibilidad de la concepción, siempre será recomendable la adopción, que no solamente satisfará el deseo de ser padres sino que generosamente darán estos su cariño a algún niño que por circunstancias de la vida se habrá visto tristemente privado de sus padres biológicos.

¿No habría pues ninguna forma de que un tratamiento de fecundación artificial fuese tenido por lícito por la Iglesia? Esta pregunta curiosamente fue respondida hace ya años en un estudio por científicos creyentes y moralistas que entendieron (es sólo una opinión, bien fundada pero no deja de ser una opinión) que si se daban todos y cada uno de una serie de requisitos podría aceptarse, aunque en la práctica ningún laboratorio los sigue.

¿Cuales son estos supuestos? En primer lugar el semen y los óvulos deben ser de los esposos, no de donantes. En segundo que el semen debe ser obtenido de una relación sexual en la que pudiera darse la fecundación de forma natural, no de papá que se masturba y lo deposita en un bote (esto podría hacerse por ejemplo con un preservativo “pinchado” en que parte del semen seguiría su curso natural y un parte quedaría en el mismo). El tercero es que la concepción, previos lo tratamientos necesarios de los gametos, debe producirse en el interior del útero, no fuera y por último que todos los embriones resultantes deben ser respetados y no eliminados. Con estos supuestos podría aceptarse, lo que resulta ciertamente interesante desde un punto de vista ético, aunque nadie los lleve a cabo (o al menos que yo sepa).

Pero volvamos a Don Demetrio al que le ha caído la del pulpo. Como es imaginable los partidos izquierdosos de su región ya han pedido su condena pública. Es lo propio de los izquierdosos (que no de la gente de izquierdas, aunque en España por desgracia son cada vez menos) llenarse la boca con conceptos como “libertad de expresión” pero olvidarse inmediatamente de ellos cuando alguien libremente expresa algo que no les gusta.

Pero la crítica que me gustaría comentar es una que le ha llegado de un portal web de información pseudorreligiosa lleníto, lleníto de catolicoperos. Se trata de una carta escrita supuestamente por una mujer (digo supuestamente porque no sé si es una carta real o si es un mero recurso literario) que se define a sí misma como “profesora de religión y catequista” en un colegio religioso. Por todo lo que dice después habría que preguntarse si ambos títulos se los dieron en una rifa, pero bueno…

Dicha mujer afirma haber tenido un hijo “fruto del amor” por el proceso que critica monseñor. Ciertamente no niego que ella y su marido puedan amarse y desear un hijo, pero lo de que este sea fruto del amor es más cuestionable. Naturalmente dicha señora no dice si el semen (y por tanto la mitad del código genético de su hijo) es de su marido o de un desconocido, o si pasa otro tanto con el óvulo fecundado. Siendo así podría ser que el hijo fuese de su marido, de ella, del portero de su finca y de una cajera de Mercadona… no sé si los cuatro se tendrían “mucho amor”.

Dice que todo eso lo realizó con el conocimiento y apoyo de sus jefes sacerdotes. Esto podría ser creíble, entre los sacerdotes y sobre todo entre los de algunas órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza abundan los catolicoperos.

Luego dice que esos mismos han aceptado gustosos el bautizarlo… pues faltaría más, ¿alguien ha dicho que hay que negarle el bautizo a su hijo?, ya tiene bastante con algo de lo que es inocente. Luego  afirma que así es miembro de la Iglesia igual que el obispo “a su pesar”. Tendrá mucho amor por su marido pero lo que es claro es que no tiene ninguno por el pastor de su diócesis.

También comenta que su hijo llora, ríe, tiene hambre… “como cualquier otro niño de su edad concebido de forma natural”… pues menos mal que lo ha dicho, a lo peor resulta que alguien pensaba que era un calamar.

Pero la carta riza el rizo afirmando que está segura “de que Dios ama a mi hijo igual que ama a los niños nacidos por la vía normal”. Tiene muchísima razón, muchísima. Lo que ella no dice es que nadie ha negado tal cosa y también se calla que Dios ama igualmente a todos sus hermanos concebidos como él que fueron arrojados a la basura porque no resultaban «viables» o por la sencilla razón de que siendo viables ella sólo estaba dispuesta a tener uno. ¿Cuantos hijos suyos se fueron por el retrete? ¿no tenían la misma dignidad que el nacido? ¿acaso el amor que se tenían los padres sólo bastó para perdonar la vida a uno y condenar a los otros?

Pues eso, la señora se siente ofendida con su obispo “como madre, como mujer y como católica” Tócate las narices. Ya ve monseñor, a saber que habrá dicho usted en contra de las madres, las mujeres y las católicas… ya se que nada, don Demetrio, era sólo una pregunta retórica. Yo no me siento ofendido, pero me siento perplejo y dolido por alguien que ha dicho todas esas cosas ya no como padre, hombre o católico… ni siquiera como señor gordo con barba, sino como simple “homo sapiens”. La estupidez humana será grave, pero mientras sea políticamente correcta habrá muchos que la aplaudan.

Sobre la verdad en la Biblia.


Nota: los que suelen leer este blog habrán observado que este es un tema sobre el que trato de manera recurrente y por eso algunas ideas expuestas ya han aparecido en otros artículos, pero como usuario de redes sociales observo que aparece una y otra vez, por lo que creo que puede ser útil volverlo a tratar.

Un testigo de Jehová, sabedor de mi condición de católico, me hizo la siguiente pregunta. – ¿Tú crees que lo que dice la Biblia es verdad o no?.

La pregunta, aparentemente sencilla, era en realidad una cuestión farisea, del mismo modo que aquellas que le hacían a Jesús en la que contestes lo que contestes ya tienen motivo para acusarte. Así, cuando a Jesús le preguntan si deben apedrear a la mujer adúltera según la ley de Moisés, si la respuesta es un sí o un no, está atrapado. Si dice que no, le acusarían de no respetar la ley de Moisés, si dice que sí, le acusarían de ir contra la misma misericordia que predica. La respuesta de Jesús es más inteligente que la de sus inquiridores y encierra un conocimiento de la palabra muy superior a la de cualquiera de ellos. Si realmente lo que buscan es cumplir la ley de Moisés y lo principal de ella es no pecar, que cumplan primero con ese mandato principal y luego que lo apliquen a los demás si quieren, por eso “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Tras esta respuesta dice el evangelio que se fueron marchando uno a uno “empezando por los más viejos”. Esta referencia es también interesante, los más viejos son por lo general los más sabios, pero también los que más tiempo han tenido para cometer pecados.

Otra pregunta de ese estilo es la que le hicieron acerca del pago de impuestos, si era lícito o no pagar el tributo a los romanos. Otro tanto, si responde que sí pierde la fama ante su propio pueblo por colaborar con el invasor. Si responde que no ya tienen motivos para denunciarlo ante las autoridades y que lo encarcelen. De la misma manera que en la anterior, si alguien usa (y disfruta) del dinero que los mismos romanos acuñan, que mantenga la relación consecuentemente y que “de al cesar lo que es del cesar”, el tributo debido a los que acuñan sus propias monedas, pero los asuntos de Dios son de otra índole muy superior, “a Dios lo que es de Dios”.

Pero vuelvo a los testigos de Jehová. Estos, al igual que muchas congregaciones protestantes de los Estados Unidos, creen en la interpretación literal de la Biblia y por tanto no conciben la aceptación de ninguna idea o explicación científica o histórica, por aceptada o demostrada que esté, que no diga exactamente lo mismo que las Sagradas Escrituras.

De esta forma a la pregunta sobre si creía que lo que decía la Biblia era verdad, responder sí o no supondría en ambos casos un motivo para desacreditarme, como a Jesucristo. Si decía que sí, podrían responderme “¿entonces por qué los católicos aceptáis teorías científicas como la evolución de las especies si eso no es lo que pone la Biblia?”. Y si decía que “en algunos casos sí y en otros no” podrían decirme “¿entonces como puedes decir que crees en Dios si rechazas su palabra?”.

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¿Respuesta complicada? Ciertamente no, pero la pregunta es lo suficientemente tramposa, y eso lo saben los propios protestantes y “testigos”, para que pueda confundir a alguien con una formación muy básica o con la fe del carbonero, como decimos en España.

¿Cómo responder entonces? Vamos a ver primero cual sería la respuesta “correcta” a esa pregunta y luego la analizamos. Esta no sería otra que “CREO QUE LO QUE DICE LA BIBLIA ES VERDAD PARA MI SALVACIÓN”. Analicémosla pues.

Normalmente utilizamos la palabra “verdad” como si tuviera un único significado, pero en realidad, y para que nos entendamos, existen varios “tipos de verdad”. Uno sería la verdad científica, que es la que resulta de aplicar el método correspondiente de medición y variables controladas en un laboratorio, así una verdad científica sería “los gases aumentan su volumen al aumentar su temperatura” pero decir algo como “el amor me hace ver elefantes rosas volando” sería subjetivamente posible en un enamorado, pero incorrecto desde el punto de vista científico.

Otra sería la verdad histórica o periodística, la que reflejase fielmente los hechos acontecidos. Así sería cierto que “Colón llegó a las costas de América en 1492” pero no lo sería el hecho de que “el abuelo en la batalla derrotó a 100 enemigos él solo con un fusil” por mucho que él lo recuerde así y pudiese dárselo como cierto el polígrafo.

También tendríamos la verdad matemática, que es la resultante de la abstracción en una serie de conceptos para la explicación de los fenómenos. Así los matemáticos trabajan sobre todo con números, pero los números como tal no existen, son una abstracción, nadie ha visto nunca un “tres” caminado por la calle.

Y así sucesivamente podríamos enumerar decenas de “tipos de verdad”, ¿pero cual sería la verdad de la Biblia?. Pues no sería otra que una verdad “salvífica” (“soteriológica” es la palabreja técnica), es decir, que todo lo que cuenta la Biblia nos es válido, útil y cierto para salvarnos, para ser felices en esta vida y poder prolongarnos eternamente en la presencia del Padre tras nuestra muerte física. Así la Biblia no es un libro científico, aunque contenga muchos conocimientos científicos de las diferentes épocas en las que se escribieron los distintos libros que la componen. Tampoco es un libro histórico, aunque narre muchos hechos que sucedieron ciertamente. Es un libro religioso, que contiene la verdad de Dios revelada a los hombres para que puedan salvarse.

Debemos entender aquí que la revelación de Dios contenida en la Biblia es “mediata”, es decir, que la Biblia, inspirada por Dios, en su redacción cuenta con los conocimientos, la personalidad, la memoria y el estilo de cada uno de los escritores que la plasmaron. No se trata, como algunos estudiosos dijeron en su día (y hoy siguen defendiendo los que creen en la literalidad del texto), que los autores entraban en una especie de trance y escribían al dictado de Dios, ni tampoco de un libro “espiritual” entregado en su totalidad y de una vez por Dios a Mahoma como piensan los musulmanes del Corán (este sería un tema aparte, ya que curiosamente Mahoma era analfabeto y por tanto Dios le entregó el libro “en espíritu” para que el lo fuera relatando a sus discípulos durante toda su vida y estos lo escribieran). Una prueba de esto es ver como alguien que lea la Biblia con una cierta frecuencia es capaz de deducir a qué libro o autor pertenece un texto bíblico, aunque no lo conozca, solamente por el vocabulario o la forma en que está redactado.

Así tenemos 4 evangelios y no uno sólo y por eso podemos ver que a lo largo de la Biblia, incluso en ocasiones dentro de un mismo libro, hay historias que se contradicen o que presentan matices distintos según quién las cuente. Así en el libro del Génesis encontramos dos relatos distintos de la creación, en el capítulo 1 y en el 2. La escena en la que David corta la punta de la capa a Saúl sin que se de cuenta sucede mientras el rey está haciendo de vientre o durmiendo según leamos el relato en Samuel o en Crónicas. Las veces que Jesús estuvo en Jerusalén oscilan entre 1 y 3 según el evangelio que lo cuente… O también en ella encontramos muchos relatos que después los historiadores han confirmado pero otros en los que han hallado errores, así por ejemplo el libro de Josué nos narra cómo conquistó Jericó, cuando esta ciudad no existía en tiempos de Josué. ¿Se trata de una leyenda popular sin base histórica? ¿quizá la ciudad conquistada fue otra y el narrador se confundió al nombrarla?. No lo sabemos, pero para nuestra fe no es un dato relevante.

Por eso, y como decía San Agustín en una frase que hizo suya San Juan Pablo II, “la Biblia explica cómo se va al cielo, no cómo va el cielo”. La Biblia me revela en sus primeros capítulos que Dios es el autor de todo lo creado y que el culmen de la creación es el ser humano, hecho a su imagen y semejanza, es decir, libre, capaz de amar, crear, razonar y trascender, y cómo en su libertad el hombre trata de prescindir de su creador cayendo en el pecado… y eso es verdad, lo que dice la Biblia al respecto es verdad, con independencia de los conocimientos científicos que tuviesen los autores de la época y con independencia por tanto de la forma de contarlo, siendo indiferente que Dios creara el mundo en 6 días o en 6 eras geológicas, de que el ser humano apareciese de la noche a la mañana o fuese el resultado de una magnífica e increíble sucesión de hechos biológicos que conocemos como evolución o de que si el demonio tiente al hombre como ser espiritual o se le apareciese alguna vez en forma de serpiente o de gato de angora.

Por eso creo, y es cierto, que todo lo que dice la Biblia lo ha revelado Dios a los hombres para salvarnos. Que si  llegamos a vivir según su voluntad, revelada y transmitida en las Sagradas Escrituras, seremos ciertamente felices y podremos vivir eternamente en su presencia. Y en comparación todo lo demás, por muy curioso o interesante que sea o sirva de objeto de estudio a los teólogos, vale menos que una cagarruta de mosca.

A vueltas con el ecumenismo


Nota previa: Me pide Gerardo Cabán, de Puerto Rico, que escriba sobre el ecumenismo, que según ha visto es un término que produce mucha confusión. No sé si lograré disminuirla pues, tarea difícil, pero al menos espero no aumentarla. Es un término delicado ya que no existe por parte del Magisterio una instrucción clara a modo de una fórmula matemática tipo 2+2=4, por eso es probable que en este artículo, aunque procure ser fiel al Magisterio, haya cosas que sean opiniones personales y por tanto pueden ser compartidas o no, e incluso es posible que cometa algún error, por lo que pido que si alguien descubre alguno obre de misericordia conmigo y me corrija. De todas formas ante la duda remítanse todos al Decreto Unitatis Redintegratio, del Concilio Vaticano II, que recoge la postura oficial de la Iglesia Católica al respecto.

Jesucristo expresó en una “oración pública” el deseo de que todos sus discípulos “fuesen uno” como Él y el Padre eran uno “para que el mundo crea que Tú me enviaste” .(Jn 17,21). Ciertamente cuando Jesús pronunció estas palabras no se refería a la llamada a la unidad entre las distintas confesiones cristianas, entre otras cosas porque no las había, sino a la unidad personal. Pero aún así este mismo deseo, casi diríamos este mismo mandato, podría aplicarse a la hora del ecumenismo que según la simple definición del diccionario es la “tendencia o movimiento que intenta la restauración de la unidad entre todas las iglesias cristianas”.

Tengamos en cuenta que si Cristo es uno, una es su predicación, una es la Iglesia que fundó y hoy tenemos 400.000 “iglesias” cristianas es que algo hemos hecho mal todos, ojo, todos. Y además, volviendo a la cita de Juan, la falta de unidad entre los cristianos es un escándalo para el resto de los hombres: “Cómo voy a creer en Jesucristo si lo que dices tú que eres cristiano es distinto a lo que dice el otro que también lo es”. La unidad vuelve a ser necesaria “para que el mundo crea”.

20101215-ecumenismo ABRIL

El hecho además resulta aún más escandaloso si cabe cuando por historia vemos que los cismas en su origen (el ortodoxo, el luterano, el anglicano…) fueron debidos más a motivos personales e intereses políticos, aunque luego se les “revistió” de cuestiones teológicas y doctrinales. (Ver los artículos “¿Pero cuál de las iglesias cristianas es la verdadera?” I y II)

Ahora bien ¿en qué consiste esta unidad? ¿cómo debiéramos lograrla?. Es evidente por un lado que los católicos anhelamos el regreso de los “hermanos que se fueron” a nuestra propia casa que es también la suya y, como dice la Unitatis Redintegratio, que “todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad de la una y única Iglesia, a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio, y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia católica de los siglos”. Los hermanos “separados” serían así, como dijo hace poco un lector de este blog de forma muy hermosa, hermanos “esperados”.

Pero en las actuales circunstancias no parece factible a corto o medio plazo, aunque podemos apuntar algunas cosas, como que cada día son más las conversiones de personas de congregaciones protestantes al catolicismo, o como “creaciones” como el Ordinariato para la conversión de los anglicanos al catolicismo han tenido mucho “éxito”. Pero a fin de cuentas el ecumenismo no es esto, o al menos no es esto solamente, sino que se trataría de ir recuperando la unidad partiendo de lo que ya nos une, que siempre será más que lo que nos separa, en principio nada más y nada menos que el reconocimiento de Dios como Padre y Creador, de Jesucristo como Señor y Salvador y la fuerza y la acción del Espíritu Santo.

Hemos de recordar que muchos de los que participan en otras congregaciones están “constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica” y “son reconocidos como hermanos en el Señor por los hijos de la Iglesia Católica”. (U.R. 3) y también reconoce que “los hermanos separados practican no pocos actos de culto de la religión cristiana, los cuales… pueden, sin duda alguna, producir la vida de la gracia, y hay que confesar que son aptos para dejar abierto el acceso a la comunión de la salvación”. Es decir, aunque la plenitud reside en la Iglesia que Cristo mismo fundó, también hay partes de sus elementos, podríamos hablar de la oración, de la lectura de la Palabra, de las obras de misericordia, de pedir perdón por los pecados, etc, que están presentes en otras confesiones.

La Unitatis Redintegratio marca para los católicos un camino de varios pasos (que pueden igualmente seguir los cristianos de otras confesiones por su parte):

.-El primero evitar términos y juicios erróneos sobre los hermanos separados. Yo diría aquí “nada de hacer películas de buenos y malos” mejor de “hermanos que se quieren aunque tengan sus riñas”, ja, ja, ja.

.-El segundo que “peritos y técnicos” de las distintas confesiones establezcan un diálogo consistente en la exposición clara de su doctrina a los demás para que todos tengan un conocimiento auténtico del otro. Este concepto es muy claro, y aunque nos puede sonar algo “clasista” por ser reservado a los entendidos, hemos de comprender que la delicadeza de la cuestión impide que pueda ser tratado por cualquiera. ¡Cuantos errores habremos cometido por esto mismo!. ¡cuántas confrontaciones son debidas realmente al desconocimiento y no a una causa cierta!.

Como dijo el Venerable Fulton Shenn, obispo católico estadounidense del siglo XX y cuyas palabras hizo suyas también San Juan Pablo II, “No hay más de 100 personas en el mundo que verdaderamente odien a la Iglesia Católica, pero sí hay millones que odian lo que ellos creen que es la Iglesia Católica”.

.-El tercer lugar sería la colaboración en el bien común (podríamos hablar aquí de obras de caridad, de la lucha contra el aborto…) e incluso la oración común. Son ya muchas las experiencias ecuménicas como la comunidad de Taizé, lapredicación del Papa Francisco en un templo protestante, los encuentros de oración en Asís de San Juan Pablo II y Benedicto XVI o la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos que celebran conjuntamente católicos, anglicanos, ortodoxos y algunas congregaciones protestantes. Por cierto, aunque desde hace mucho tiempo esta semana (o esta “octava”) está impulsada por la Iglesia Católica, en su origen fue una iniciativa de un pastor episcopaliano de Estados Unidos

¿Conducirán estos pasos a la unidad de los cristianos en una sola Iglesia? Sólo Dios lo sabe.

Ahora bien, si nos es difícil definir con claridad qué es el ecumenismo, nos es más fácil, al menos en principio, afirmar qué NO es el ecumenismo y evitar así el peligro de lo que algunos definen como un “falso ecumenismo”, a saber:

El ecumenismo no es un “relativismo cristiano”. No podemos decir que da igual ser de una confesión cristiana que de otra. Para empezar hay que examinar muchas congregaciones que se dicen cristianas y cuyo credo es difícilmente compatible con el evangelio o incluso son tapaderas de simples sectas o burdos negocios. Para los católicos además no es ni puede ser lo mismo participar de los sacramentos que no participar, en especial de la Eucaristía o la Penitencia, tener a María como madre que no tenerla, beneficiarnos del servicio de los sacerdotes consagrados que no hacerlo…

El ecumenismo no supone renunciar a tu propio credo aceptando el de otro, sino buscar que hay de común entre mi credo y el del hermano separado. Hace poco oí a un profesor universitario, muy docto en su materia pero no precisamente en esta, que “a ver si ahora con lo del ecumenismo vamos a pensar como los calvinistas que los ricos van al cielo y los pobres no porque la bendición de Dios se manifiesta en la prosperidad material”. Esto no es el ecumenismo, por supuesto.

El ecumenismo no supone introducir en la liturgia católica elementos ajenos a ella. Se pueden hacer celebraciones ecuménicas entre cristianos de distintas confesiones en torno a la palabra, la oración o la música, pero eso no significa introducir cantos protestantes en la Eucaristía o ritos de otras celebraciones ajenos a las rúbricas, por ejemplo, de la misma manera que sería un absurdo que los protestantes se pusieran a “representar” una celebración de la Eucaristía cuando niegan la presencia real de Cristo en la misma.

La participación en el ecumenismo para los católicos se hará por tanto, y así lo recuerda la U.R también, desde la afirmación y el conocimiento claro de la propia fe en lugar de la relativización de la misma o la renuncia a alguno de sus postulados.

Para ello es necesario un proceso de conversión y de conocimiento de la propia fe católica que permita por una lado exponerla y por otro reconocer no sólo las diferencias con el credo de los hermanos separadas sino también, y esto es muy importante, reconocer “que todo lo que obra el Espíritu Santo en los corazones de los hermanos separados puede conducir también a nuestra edificación” ya que “lo que de verdad es cristiano no puede oponerse en forma alguna a los auténticos bienes de la fe, antes al contrario, siempre puede hacer que se alcance más perfectamente el misterio mismo de Cristo y de la Iglesia”. (U.R)

Sé que este camino es difícil, que a muchos católicos les es difícil de entender en algunos aspectos y que son también muchos los protestantes que se niegan a ello e incluso utilizan el término “ecuménico” como insulto, como sinónimo de “traidor” o “vendido”.

Algunos de ellos están sufriendo de manera indecible por los ataques de sus propios correligionarios como el reciente casos de Alex Campos, músico protestante que participó en un concierto con músicos católicos en el Vaticano y que tuvo que hacer unas declaraciones a mi juicio desafortunadas ante tanto ataque. O el caso de Jesús Adrián Romero, también músico y predicador protestante, al que le han dicho las barbaridades más horribles porque se atrevió a decir públicamente que “los católicos no son idólatras” (crítica sostenida por muchos de ellos hasta la obcecación) o que “la Biblia no prohíbe las imágenes en sí” (afirmación que para muchos de ellos es un auténtico dogma de fe) “sino solo la idolatría”, de tal forma que se ha tenido que “retirar” de las redes sociales porque el acoso era insufrible.

Sea como sea, ya que todos los cristianos, seamos católicos, ortodoxos, anglicanos o protestantes, tenemos la intención de vivir conforme a la enseñanza de Cristo, buscar la unidad ente todos nosotros no será solamente un deseo o un proyecto bonito, sino también un mandato claro y directo de parte del Señor. Que así sea y que Dios nos bendiga a todos.

Querido Alex Campos: yo te perdono


Querido Alex Campos: En primer lugar decirte que te llamo querido de forma fraternal, dirigiéndome a alguien que reconoce a Dios como Padre y creador, a Jesucristo como Salvador y la acción del Espíritu Santo, aunque en este caso no profeses mi misma religión católica (universal) y seas protestante.

Te aclaro esto porque he de reconocer que no sé quien eres, es decir, no te conozco de nada y nunca he escuchado ninguna de tus canciones, no porque tenga nada en contra, sino porque hay mucha y muy buena música católica y simplemente no suelo escuchar canciones de los hermanos separados, salvo algunos pocos a los que conozco personalmente.

Sé que hace poco fuiste invitado a un concierto de música en el Vaticano junto a cantantes de música católica como Kiki Troia, Martín Valverde, Daniel Poli… y otros de música secular. Sé que muchos de “los tuyos” te han atacado y ofendido gravemente acusándote de traidor por «servir a la iglesia ramera» y ser “ecuménico”. Pongo esta palabra entre comillas porque ecuménico significa que busca la unidad entre todos los cristianos, que no es otra cosa que un mandamiento de Jesucristo, por lo que me resulta triste que algunos de “los tuyos” lo usen como insulto. Supongo que todo eso te habrá dolido profundamente y siendo consecuencia de haber aceptado una invitación para venir a mi casa te lo agradezco sinceramente, ya que supongo también que no te habrá causado sorpresa.

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Recuerdo además haber leído unas declaraciones de Jesús Adrián Romero (a este sí que lo escuché una vez hace tiempo), correligionario tuyo, defendiéndote. Imagino que además él lo estará pasando incluso mucho peor que tú, puesto que no es que haya aceptado una invitación de la Iglesia católica como en tu caso, sino que se ha atrevido a declarar, siendo protestante, que los católicos no son idólatras y que la Biblia no prohíbe las imágenes. Ya sabrás que muchos de “los tuyos” le han dicho de todo menos guapo.

Pero ahora has vuelto a salir en los medios por unas declaraciones en televisión en lo que muchos católicos han considerado una ofensa hacia ellos o como mínimo una falta de educación hacia alguien que con cariño te ha invitado a su propio hogar. Tengo que decirte que por mi parte te perdono, no sé si tus declaraciones han sido fruto del desconocimiento, de un intento de congraciarte con “los tuyos” o, Dios no lo quiera, de un miedo a perder fama o dinero. Pero lejos de mi ánimo juzgarte ya que por un lado no puedo conocer tu pensamiento ni tu intención (tampoco lo pretendo) y porque la Iglesia me ha enseñado de hace mucho tiempo a valorar y juzgar los hechos, nunca a las personas y sólo Dios sabe lo que hay en tu corazón. Pero si me permites, y tomando como hipótesis que hayas hablado desde el desconocimiento, te escribo unas líneas para aclararte. Si te sirve, o le sirve a alguien más, bendito sea Dios, si no habré perdido media hora de mi vida escribiendo estas líneas que tampoco es gran cosa.

Dices que el concierto te pareció un témpano de hielo, que allí simplemente había canciones y la gente aplaudía, tan solo alguno levantaba las manos pero nadie adoraba a Dios. He de reconocer que esta frase me hace mucha gracia, aunque entiendo que en tu desconocimiento pudieses tener esta visión. Te aclaro, los protestantes, que no tenéis sacerdotes y vuestras congregaciones no emanan de la sucesión apostólica, no tenéis por tanto liturgia ni sacramentos, sólo tenéis palabra y música, que está muy bien, pero que para un católico resulta insuficiente. Es posible que desde esa óptica tú analizases comparando el concierto con alguno específicamente protestante o con alguna celebración de tu congregación.

Verás, para un católico un concierto de música cristiana es algo bonito, inspirador, motivador… es algo que puede nutrirte o ayudarte a entrar en oración, pero no deja de ser un concierto. ¿Por qué? Pues porque la celebración por antonomasia de los católicos es la Misa, la Eucaristía, en la que se da la presencia real de Cristo en pan y vino, en la que aparece Gloria del propio creador, no sólo gloria de criatura. Sé que esto es algo que no has descubierto, no sé si Dios te lo permitirá descubrir algún día, pero para que lo entiendas, ni mil conciertos como el que diste en el Vaticano, ni mil prédicas del pastor más inspirado y vestido con el traje de alta costura más caro, vale lo que una sola misa por más austera que sea o se celebre en el rincón más perdido del planeta. Por eso el católico que asiste a un concierto lo hace con ánimo de vivir una experiencia enriquecedora, pero no lo hace con la misma intención con la que acude a un sacramento. Si lo que esperabas es ver gente gritando “amén”, “aleluya” o levantándose con gesto de tener un cólico al riñón ciertamente ibas muy despistado. (Te recomiendo este video hecho por jóvenes que al igual que tú son protestantes).

Dices también que cuando el Papa se acercó a saludaros y agradecer vuestra presencia te pareció un gesto de cortesía y que apreciaste en los católicos una emoción distinta a la tuya a la hora de saludarle y pedir que les bendijera, aunque tampoco te llamó mucho la atención pues era una reacción muy similar a la “idolatría” en la que a veces caéis algunos protestantes a la hora de saludar a alguno de vuestros líderes. Esta también es graciosa, otra vez más por desconocimiento supongo. Por un lado tenéis tan confuso el término de idolatría que la emoción de estar ante una persona a la que admiras la llegas a calificar así… bueno, es una simple cuestión ya no de fe ni doctrina, sino de simple diccionario. Pero por otro lado es muy graciosa la comparación “con alguno de vuestros líderes”.

Te explico, la emoción que siente una católico ante el Papa no es por la persona, no es por lo bien que habla, que canta o por los maravillosos trajes de diseño que viste, es por estar en presencia del sucesor de Pedro, de saber que desde que Jesucristo puso al apóstol al frente de su Iglesia la sucesión ha continuado de forma ininterrumpida hasta la persona que está junto a ellos, se llame como se llame, sea argentino o zimbauense, incluso te caiga mejor o peor. Nada que ver por tanto con afinidades o admiraciones meramente personales ni mucho menos con la idolatría.

Y la otra cosa que has afirmado, esa probablemente más ofensiva, es que viste entre los católicos que se hablaba mucho de Dios pero que realmente no conocían a Dios. Esta te confieso que me ha dado pena. Supongo que para ti «los que hablan de Dios pero no conocen a Dios» significa que tienen un conocimiento de Dios distinto al tuyo… lástima. Yo podría decir, como mucho, que tú como protestante tienes un conocimiento parcial de Dios, que hay cosas de Dios que desconoces porque nadie te las haya contado o porque te las hayan contado de forma errónea… pero afirmar que no conoces a Dios creo me pondría en una situación de prepotencia. ¿a quién rezas y sobre quién cantas entonces?

Bueno, sobre las aclaraciones poco más, quede sobre todo mi agradecimiento por la invitación y lo dicho, las disculpas sobre lo que declaraste posteriormente. Es mucho más lo que agradecerte que lo que disculparte. Te invito realmente a que sigas siendo ecuménico, por mucho que a algunos de “los tuyos” le resulte ofensivo, esto es, a buscar lo que nos une a todos los cristianos en vez de lo que nos separa.

Dios te bendiga.

AVISO A LOS QUE QUIERAN HACER UN COMENTARIO: LA INTENCIÓN DE ESTE ARTÍCULO NO ES OTRA QUE LA DE ACLARAR DESDE LA FE CATÓLICA LOS COMENTARIOS VERTIDOS POR UNA PERSONA PROTESTANTE QUE PROBABLEMENTE SEAN FRUTO DEL DESCONOCIMIENTO Y BUSCAR SOBRE TODO LO QUE NOS UNE A TODOS LOS QUE SEGUIMOS A CRISTO EN LUGAR DE LO QUE NOS SEPARA. CUALQUIER COMENTARIO TENDENTE A CREAR ENFRENTAMIENTO SERÁ EDITADO O ELIMINADO. GRACIAS

Y los protestantes siguen sin reconocer al Señor en la Eucaristía…


Cuando mantengo alguna discusión con protestantes sobre la presencia real de Jesús en la Eucaristía me llevo siempre una gran sorpresa. Mientras ellos afirman que siguen la Palabra de Dios y que los católicos la hemos tergiversado, yo no paro de citar las escrituras y ellos me replican diciendo una y otra vez que son “metáforas” y, haciendo su propia interpretación, muchas veces afirman exactamente lo contrario de lo que dice la Biblia. Es más, manteniendo su convicción de estar en lo cierto mientras que yo, que no hago otra cosa que repetir la Palabra de Jesús, imparto “enseñanzas erróneas”. Ciertamente triste, qué le vamos a hacer.

¿Exagero? Bueno, comprobémoslo con un sencillo experimento: Veamos que dice exactamente Jesús en los evangelios y luego hagamos un pequeño y sencillo test, vamos, una simple prueba de comprensión de texto.

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Trabajad no por un sustento que perece, sino por un sustento que dura y da vida eterna; el que os dará el Hijo del Hombre.

No fue Moisés quien os dio pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. Yo soy el pan de la vida: el que acude a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.

Éste es el pan que baja del cielo, para que quien coma de él no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne. Si no coméis la carne y bebéis la sangre de el Hijo del Hombre, no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por él, así quien me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron vuestros padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre.

Cuánto he deseado comer con vosotros esta víctima pascual antes de mi pasión. Os aseguro que no volveré a comerla hasta que alcance su cumplimiento en el reino de Dios ni volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.

Tomad el pan y comed, esto es mi cuerpo. Mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.

Bebed todos de la copa, porque ésta es mi sangre de la alianza, la nueva alianza sellada con mi sangre que se derrama por todos para el perdón de los pecados.

Empecemos pues: Tras haber leído el texto conteste a lo que usted crea realmente.

  1. ¿Quién dice Jesús que es el pan vivo bajado del cielo?

    a) Él mismo

    b) Su palabra

  1. ¿Para que sirve, según Jesús, el pan que baja del cielo?

    a)Para que quien coma de Él no muera

    b)Para que quien coma de Él tenga un recuerdo suyo

  1. ¿Cuál es el pan que da Jesús para la vida del mundo?

    a) Su carne

    b) Su Fe.

  2. ¿Que ocurre, según Jesús, a los que no comen y beben su sangre?

    a)Que no tendrán vida en ellos

    b)Que no participarán de un acto en su recuerdo

  3. ¿Qué ocurre, según Jesús, a los que comen su carne y beben su sangre?

    a)Tendrán vida eterna y Él los resucitará el último día

    b)Que participan de un acto en su recuerdo

  4. ¿Qué tipo de alimento es, según Jesús, su cuerpo y sangre?

    a) Verdadera comida y verdadera bebida

    b) Una simple metáfora

  5. ¿Qué relación tiene la cena del Señor con el Reino de Dios?

    a)Alcanzará su pleno cumplimiento en él.

    b)Ninguna, al menos no directamente.

  6. ¿Qué dice Jesús del pan que parte y da a comer en la última cena?

    a)Que es su cuerpo

    b)Que es un signo de su cuerpo

  7. ¿Qué dice Jesús de la copa que da a beber en la última cena?

    a)Que es su sangre

    b)Que es un signo de su sangre.

SOLUCIÓN AL TEST:

Si sus respuestas han sido la opción a), cree usted exactamente lo que Jesús dice en el Evangelio y no otra cosa y es muy probable que sea usted católico.

Si sus respuestas han sido la opción b), cree usted cosas distintas e incluso contrarias a lo que dice Jesús en el Evangelio, es muy probable que sea usted protestante y que siga pensando que es usted quien se mantiene fiel a la Palabra de Dios mientras que los católicos la tergiversan.

Bueno, si el humor también es un instrumento válido para dar a conocer el mensaje de nuestro Señor espero que les haya gustado la forma de hacerlo tipo test.

A mis amigos protestantes les diré que lo siento, pero por mucho que se empeñen no diré otra cosa que no sea la que afirma Jesús en el Evangelio sino que, y citando a San Pablo con toda su dureza, les recordaré que “quien coma el pan y beba la copa del Señor indignamente, es reo DEL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR. Quien come y bebe SIN RECONOCER EL CUERPO DEL SEÑOR, se come y se bebe su propia condenación” (1 Cor 11, 27.29)

Como decían los apóstoles, palabras duras son estas.

¿La Iglesia debería aprender de otras religiones?


Hace tiempo un conocido mio musulmán me preguntó por qué los cristianos no nos habíamos “pasado” al islam, pues al fin y al cabo ellos también creían en las historias de los profetas y de Jesús.

Una amiga mía, cantautora cristiana y ahora realizando el noviciado en un convento, es una gran admiradora de la espiritualidad oriental sin que eso reste un ápice de su fe católica. En cierta ocasión se mostró muy contenta al encontrar unas declaraciones de un sacerdote jesuíta que, al igual que ella, también era seguidor de ese tipo de religiones. Según él, ninguna religión podía abarcar a Dios y por tanto era bueno también aprender de otras.

Recientemente asistí a un encuentro de música y oración en una parroquia de mi diócesis. El acto era principalmente católico, pero también había intervenciones de cristianos de otras confesiones, cantautores de música “en valores” e incluso algunos miembros de otras religiones monoteístas. Me senté junto a un amigo, igualmente músico católico que estaba relacionado con la organización del acto. Escuchábamos las peroratas de un miembro de una religión de tipo gnóstica sobre la respiración como facilitadora de la relación con el alma suprema creadora y otro que contaba como la máxima de su religión, fundada en el S. XIX, era la fraternidad universal, cuando le comenté

  • Yo la verdad es que todo esto me parece un sinsentido

  • Hombre, ten en cuenta – me contestó- que debe haber cabida para todo.

La-Religion

Tras un artículo reciente en el que un servidor instaba al Papa a buscar la unidad con todas las iglesias monoteístas del mundo y en especial con las confesiones cristianas separadas, algunos de mis lectores me echaron en cara lo que entendían que era una relativización de mi fe cristiana y católica.

Todo esto me llevó a una reflexión que comparto, ¿debemos aprender los cristianos de otras religiones?, ¿podrían completar otros credos nuestra propia fe?, ¿hay verdades ocultas a nuestra doctrina que han sido reveladas en otras?.

Es evidente que, para empezar, las personas podemos y debemos aprender unas de otras. Así yo como cristiano de pacotilla puedo tomar ejemplo un conocido musulmán que sea perseverante en la oración mucho más que yo. O puedo ver, cuando me dejo llevar por mi materialismo, la búsqueda de la trascendencia de algún religioso oriental. O pecador como soy, me puede dar mil vueltas ante mi falta de caridad un ateo que actúa de forma solidaria con los demás por simples principios humanistas…

Hace poco leí también la experiencia de una mujer protestante conversa al catolicismo que contaba cómo una de las cosas que más le había costado para dar ese paso era la “frialdad” con la que los católicos participamos en las celebraciones. Nada más que una anécdota, aunque sumamente significativa, fue para ella comprobar la falta de percheros en la entrada de los templos. Los católicos participamos con el abrigo puesto, como si tuviésemos prisa y de hecho pocos se quedan tranquilamente a charlar a la conclusión, como auténticos desconocidos. Es otra de las cosas que el común de los católicos podríamos aprender de los protestantes.

Pero volviendo al tema, la cuestión no era las actitudes personales o incluso colectivas de los miembros de otras religiones, si no la esencia de las mismas, su credo y su doctrina. ¿Podemos y/o debemos aprender algo de ellas?. Vayamos por partes pues. Para los impacientes ya podemos adelantar que la respuesta es un no, pero eso debe ser por tanto aclarado y argumentado.

A mi amigo musulmán no le contesté en ese momento, me pareció que la pregunta estaba fuera de lugar cuando se pronunció, pero la respuesta sería sencilla. Los cristianos creemos que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, Dios mismo que por amor ha asumido nuestra condición humana e incluso se ha despojado (kénosis) de toda dignidad llegando a la muerte del criminal como sacrificio para el perdón de nuestros pecados y nuestra salvación. De este modo cualquier otra religión o cualquier otro credo que presente a su fundador u otro hombre como superior a Jesucristo es incompatible con nuestra fe. Y esta es la pretensión que ha tuvo Mohammad (Mahoma) y han tenido otros a lo largo de la historia.

En el caso musulmán sería además de toda lógica rechazar una fe que es utilizada por algunos (no todos ni la mayoría, pero sí por muchos) como pretexto para perseguir a los cristianos, destruir sus templos e incluso asesinarlos.

No es una cuestión de buenos y malos, eso sería maniqueísmo y ya lloró bastante Santa Mónica para apartar a su hijo San Agustín de esas creencias. De hecho el Islam tiene muchas cosas buenas, la mayoría tomadas de las comunidades judías y cristianas que conoció Mohammad en su día, como las prácticas del ayuno, la limosna y la oración, la realización de peregrinaciones, etc.

¿Y de las religiones orientales? Si lo que nos proponen es la búsqueda de la transcendencia, la fraternidad universal o el desapego de las riquezas y los bienes materiales eso mismo ya está en la doctrina de Jesús. Son cosas estupendas, pero que ya poseemos. Si lo que nos proponen, en su lógica, es entrar en una experiencia de la divinidad en la que nadie es superior a otro, ni siquiera Jesucristo, si no que depende del grado espiritual que alcances, no solo se parece al cristianismo como un sapo a un huevo frito, sino que es completamente contrario.

¿Y de las otras confesiones cristianas? A fin de cuentas ellos también siguen a Jesús. Bueno, teniendo en cuenta que las causas principales que llevaron a los cismas de los hermanos separados fueron fundamentalmente más personales que doctrinales, aunque pueda parecer lo contrario (ver artículo “¿Pero cual de las iglesias cristianas es la verdadera?”  y su segunda parte), no deberíamos tener mayor problema. Pero en esencia los protestantes, y perdóneseme la simplificación, en lugar de “añadir” cosas nuevas a la doctrina lo que han hecho ha sido ir “quitando”: la veneración por María, los sacramentos, la presencia real de Jesús en la Eucaristía, el valor de las obras…

¿Que concluiremos pues, que las demás religiones son rechazables? Evidentemente no. El hombre es religioso por naturaleza y busca esa relación con Dios y en ocasiones la encuentra por otros cauces que no son el cristianismo. Si eso le lleva a la oración, a la búsqueda de la fraternidad universal, estupendo, mejor eso que ser un ateo materialista.

Incluso aquellos que por su historia no han conocido realmente a Cristo o en su ignorancia lo han rechazado, pero han sido misericordiosos con los más próximos y necesitados, el Señor los juzgará con esa misma misericordia, puesto que, como dice el mismo Jesucristo, todo eso es como si se lo hicieran a Él mismo, incluso sin conocerlo (¿cuando te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento y te dimos de beber o desnudo, enfermo, en la cárcel y te socorrimos?)

Pero lo que sí que debemos afirmar y sin género de dudas, es que habiendo conocido a Jesús todos los demás caminos, aún siendo buenos, son infinitamente inferiores a Él, por lo que es un absurdo para el cristiano buscar por otras vías lo que encontramos plenamente en nuestro Señor.

¿No nos convierte eso a los cristianos en general y a los católicos en particular en unos soberbios? ¿No será cierto, como afirmaba el jesuita, que ninguna religión puede abarcar a Dios en su totalidad?. Pues, parezca lo que parezca y con el debido respeto a los que puedan pensar de otra manera, debemos negar la mayor. Los cristianos no es que creamos abarcar a Dios en plenitud, es que tenemos a Dios en plenitud. Por que Jesús mismo es el culmen de la Revelación.  Jesús no es un profeta o un maestro de las realidades divinas, es Dios mismo, por entero y entregado a cada uno de nosotros, en espíritu y gracia y también en su cuerpo y sangre.

Podrías creer otra cosa pero entonces, simplemente, no serías cristiano.

El texto y el contexto en la interpretación de la Biblia


Sabemos por lingüística que una frase adquiere su significado completo y verdadero según el contexto en el que se encuentre y que fuera de él puede, en muchas ocasiones, ser interpretada de forma incorrecta o contraria a lo que realmente quiere decir.

Así si alguien afirma “no me dejaban dormir en toda la noche, así que me levanté y los maté a todos” no sabemos si se trata de un psicópata asesino que ha matado a los vecinos que celebraban una fiesta o de un señor normal y corriente que ha echado insecticida para acabar con los mosquitos.

Célebre es el cuento de los hermanos Grimm, “El sastrecillo valiente” que inoportunamente proclama haber matado siete de un golpe cuando el reino buscaba alguien para acabar con un terrible gigante, siendo que él se refería a siete moscas.

Por la misma regla de tres un autor puede parecer afirmar una cosa y su contraria en momentos distintos cuando en realidad cada uno de ellos se refiere a unas circunstancias y contextos diferentes.

Si esto puede ser grave en el uso diario del lenguaje, cuánto más lo es cuando nos referimos a citas bíblicas. Por desgracia solemos encontrarnos, especialmente en los hermanos cristianos separados, con personas y congregaciones que hacen de una frase de la Biblia una norma de conducta, incluso casi un dogma, cuando se trata en realidad de interpretaciones erróneas fuera de contexto. Yo siempre digo que si alguien me da una frase bíblica puedo encontrar otra que afirme exactamente lo contrario (probablemente soy un exagerado, pero en muchas ocasiones así sería)

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Interpretar las Sagradas Escrituras así se convierte en algo peor cuando desde esa misma perspectiva se acusa a los católicos de no cumplir lo que dice la Biblia tal como lo hacen otros. Esto es debido a que la Biblia debe ser interpretada en su conjunto, no en compartimentos estancos, y cada cita, tal como hemos dicho, en el contexto en que se produce.

Escuchamos con frecuencia cosas como “los protestantes no tienen imágenes en sus templos porque lo prohíbe la Biblia”, “los testigos de Jehová rechazan las transfusiones de sangre porque lo prohíbe la Biblia”, “los adventistas guardan el sábado y no el domingo porque es lo que ordena la Biblia”…

Y así mismo debemos entender muchas veces si la cita a la que nos referimos tiene un significado literal o metafórico. Muchos en el pasado llegaron a la amputación de sus propios miembros por interpretar de forma literal una cita como la de “si tu ojo te lleva al pecado, arráncatelo” (Mt 5, 29) cuando es una llamada a la conversión y a apartarse y desechar todo aquello que nos lleve al pecado por mucho que nos guste o doloroso que nos resulte el hacerlo.

Podemos ver, a modo de ejemplo, estas y algunas otras frases y como han sido malinterpretadas:

.-En Deuteronomio 5, 8 y en otras citas similares de la Biblia, leemos “No te harás imágenes: figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra” y esto ha llevado a muchos a concluir que Dios prohíbe todo tipo de imagen, por lo que no debemos tener ninguna en los templos y lo que hacemos los católicos es por tanto desobedecer la palabra de Dios.

Sin embargo vemos en otros pasajes de la Biblia como es Dios mismo el que ordena hacer imágenes, en Ex 25, 18-20 el Señor ordena a Moisés que decore el arca de la Alianza con dos querubines de oro y en Num 21, 8-9 le dice que construye una serpiente de bronce para sanar a su pueblo de las picaduras de las mismas, lo mismo ocurre en 1 Sam 6, 5 cuando el pueblo hace algo parecido con imágenes de tumores y ratas, las plagas que los han asolado. Salomón, cuando construye el templo de Jerusalén, el que Dios mismo toma como morada, coloca imágenes de ángeles (1 Re 6, 23) y de animales (1 Re 7, 29) en él…

¿Qué diremos pues, que Dios se contradice y cada vez dice una cosa distinta o que hemos interpretado mal las citas bíblicas por sacarlas de su contexto?. Evidentemente la segunda. En realidad Dios no prohíbe las imágenes en sí, lo que prohíbe es la idolatría, adorar dioses falsos y hacerse imágenes de ellos.

De hecho la frase que precede a la prohibición de imágenes en el Éxodo es “no tendrás otros dioses fuera de mí”, esto es, lo que prohíbe la biblia son los ídolos, las imágenes de ídolos. No hay ninguna prohibición en la Biblia que diga que no puedo llevar fotos de mis hijos en la billetera o hacerme una estatua de santa Rita si siento devoción por ella. (Curiosamente los que rechazan el uso de imágenes en el templo no se niegan a hacerse fotografías o llevar las de sus seres queridos cuando la cita en sí no hace ninguna distinción del tipo de imágenes)

.-En Gn 9, 4 y en algunas otras citas similares, leemos “Os abstendréis de comer la carne con su alma, es decir, con su sangre” y de ahí algunos concluyen que Dios prohíbe las transfusiones de sangre… En realidad, y si nos fijamos bien, la prohibición hace referencia a no comer la carne cruda o poco hecha o incluso “al punto” (tostada por fuera y sonrosada por dentro), lo que a todas luces es una norma de tipo higiénico-sanitaria, para evitar enfermedades o contagios.

Pero aún el caso de que supusiéramos que la cita prohíbe tomar sangre, ¿a qué se debería?. Podemos ver cómo se identifica el alma con la sangre. Hoy en día sería absurdo pensar que el alma está en la sangre, con los análisis y la observación al microscopio sabemos que contiene glóbulos rojos, blancos, plaquetas… pero nada que podamos reconocer como el alma inmortal.

Sin embargo, para los conocimientos “científicos” de la época, por simple observación podemos ver que cuando uno se desangra, muere. Por lo que fácilmente se podía deducir que el alma, como principio vital, se encontraba en la sangre, y por tanto no podríamos tomar la del otro puesto que cada alma es única e inmortal, cosa que hoy se comprueba como un sinsentido.

Además Jesús en el evangelio deja claro lo relativo a los preceptos sobre la sangre, así en la parábola de buen samaritano, Lucas 10, 25-37, rechaza la actitud del sacerdote y el levita que “se dirigen a Jerusalén” (se entiende que al templo a presentar ofrendas) y no socorren al hombre malherido para no quedar impuros al entrar en contacto con su sangre y no poder participar así de los rituales judíos, mientras que alaba la actitud del samaritano (que no sigue las prescripciones judías sobre la sangre) porque entiende claramente que por encima de una norma ritual está el deber de socorrer y salvar la vida de un hombre.

En la misma institución de la Eucaristía, Mt 26, 28; Lc 22, 20 y otras Jesús da a beber su propia sangre, cosa que según la interpretación errónea del precepto estaría totalmente prohibido, es decir, los que así piensan acusarían a Jesús de desobedecer la voluntad del Padre.

.- En el libro del Éxodo (16, 23: 20, 8) y otros paralelos se establece la obligación de respetar el sábado y guardarlo como día de descanso y consagrado a Dios y sobre esto se dan toda una serie de normas. Y el mismo libro, en 20, 11 explica el motivo, “porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansó; por eso el Señor bendijo el sábado y lo santificó”

La tradición judía es muy respetuosa con este precepto y algunas congregaciones cristianas optan por mantener esta tradición como mandato específico de Dios y rechazan el paso al domingo.

Jesucristo cargó muchas veces, como en Mt 12, 1-12 y otros, contra la interpretación estricta de esta norma y contra la hipocresía de muchos fariseos que afirmaban respetarla, mientras que se declaraba así mismo como “Señor del sábado” (Mt 12, 8) es decir, superior a él. Pero el “paso” del sábado al domingo viene por el acontecimiento central del cristianismo, la resurrección, la victoria sobre la muerte, ocurrida “el primer día de la semana”, esto es, el domingo. Hay que recordar que el sábado viene de sabath, que significa séptimo. La semana por tanto en realidad no transcurre de lunes a domingo, si no de domingo a sábado (litúrgicamente es así).

Jesús mismo se aparece resucitado el mismo domingo a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13) y “parte con ellos el pan”, tal como hizo en la última cena. La Iglesia naciente, con los apóstoles al frente, los que Jesús mismo había elegido para continuar su obra, empieza a reunirse “el primer día de la semana” (Hch 20, 7). Aunque seguían visitando la sinagoga los sábados y predicando en ella como judíos que eran, el hecho específicamente cristiano ya desde el primer día era celebrado el domingo.

Esta nueva costumbre se oficializó civilmente mucho tiempo después, pero tiene su origen, tal como hemos visto, en los hechos de los apóstoles, desde el primer momento de la Iglesia. Por tanto aquellos que consideran que lo correcto sería mantener la tradición judía se situarían por encima de la autoridad de San Pedro, Santiago, San Juan o el propio San Pablo y de lo que con ellos se estableció.

En el otro orden de cosas, sobre el autor que pueda parecer decir una cosa y la contraria dependiendo del contexto en que se expresa, le ocurre hasta el mismo Jesucristo, (ver artículo “Jesucristo no es ningún moñas”).

Así el mismo que dice “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29) es el que látigo en mano echa a los mercaderes del templo (Jn 2, 15) u ordena que “el que no tenga espada, que venda su manto y compre una” (Lc 22, 36).

El mismo que dice “Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos, honra a tu padre y a tu madre” (Mt 19, 17.19) es el que afirma “Si alguno viene donde mí y no odia a su padre y a su madre, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14, 26).

Aquel que afirma “La paz os dejo, os doy mi paz” (Jn 14, 27) o “Os he dicho esto para que gracias a mí tengáis paz” (Jn, 16, 33) es el que dice a sus apóstoles “No penséis que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa” (Mt 10. 34-36).

Si alguien se dedicase a interpretar y analizar las frases por separado y sin tener en cuenta su significado metafórico o el contexto en el que fueron dichas, llegaría a la conclusión de que Jesús es un inconstante, en el más leve de los juicios, o que simplemente estaría fuera de sus cabales y  muy lejos de ser el Hijo de Dios.

Sin embargo desde una interpretación global del Evangelio vemos como Jesús es efectivamente manso y humilde, mucho más que cualquier otro pues él mismo “siendo Dios no ha retenido su condición si no que se ha hecho hombre” (Flp 2, 7) pero que la prioridad ante todo es cumplir la voluntad del Padre y la construcción del reino, por lo que no duda actuar con vehemencia cuando lo estima necesario o autoriza a sus apóstoles a defenderse de las persecuciones si así lo creen conveniente.

Él mismo viene a cumplir hasta el extremo la ley de Moisés, que incluye el honrar padre y madre, pero si estos o cualquier otro fuesen un impedimento a la hora de la conversión y de su seguimiento, debe anteponerse la voluntad de Dios, despreciando ya no a las personas en sí, si no a lo que digan o enseñen en sentido contrario. Como el hijo de los ateos que decide bautizarse, por ejemplo, aunque ello suponga romper las relaciones con sus padres.

La voluntad de Jesús es que todos se amen y que en todos reine la paz, pero bien sabe que muchos hombres, en su libertad, rechazarán su mensaje y que en ocasiones se sembrará la división entre creyentes y los que no lo son, hasta en el seno de una misma familia. Desde aspectos cotidianos, como los padres creyentes que coherentemente deciden hacer padrino de su hijo a un amigo creyente frente a un pariente agnóstico provocando una disputa familiar, hasta los cristianos perseguidos en países musulmanes hoy en día.

¿Más ejemplos?… habiendo superado las 2000 palabras, mejor en otra ocasión.

El autobús de los agnósticos


Es muy normal que los chavales pregunten en clase sobre las últimas noticias relacionadas con temas de religión que hayan visto en la tele, en especial si son curiosas o llamativas. Es probable que si en estos momentos estuviese en activo, los chicos me preguntasen que es eso que ha dicho el Papa sobre el buey y la mula del Belén, pero no es el caso.

Pero hace unos años hubo un suceso de este tipo. Una autodenominada “asociación de agnósticos y librepensadores” (no sé si este era exactamente el nombre pues escribo de memoria, pero por ahí iban los tiros) realizó una campaña publicitaria en los autobuses de Londres con grandes rótulos en los que se leía “Probablemente Dios no existe. Ahora deja de preocuparte y disfruta tu vida”.

Esta campaña tuvo una amplia repercusión de todo tipo, asociaciones que sufragaron en España la campaña traduciendo el lema al español, creativos con mucho sentido del humor que hicieron fotomontajes con los más absurdos lemas o viñetas humorísticas, como aquella de Mingote que rezaba en el autobús “Probablemente Dios no existe. Disfruta de la Semana Santa de Sevilla” u otra cuyo autor no recuerdo que decía “Autobús nihilista: Probablemente tú no existes. Disfruta la vida”. Incluso también hubo algún grupo creyente que realizó la campaña en sentido contrario con el lema “Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo”.

lema agnóstico

Pero volviendo al aula, los chavales me preguntaron directamente en clase sobre mi opinión al respecto. Naturalmente me gusta que surjan esas cosas porque detrás de la simple curiosidad pueden salir cosas muy interesante para que las conozcan los chicos.

Además yo tengo la costumbre, a diferencia de otros compañeros, de seguir el programa oficial de la asignatura y dar en cada curso los temas que corresponden. Se da la circunstancia que las nociones de agnosticismo y ateísmo, así como las grandes corrientes filosóficas en contra de la existencia de Dios, como las surgidas de Freud, Marx o Nietszche, o aquellas que por el contrario reformulan en clave filosófica la antropología cristiana, como el personalismo francés, no se estudian hasta el bachillerato, justo el curso que por sus características presenta el número más bajo de matriculación de alumnos en la asignatura de religión.

Así que la pregunta me permitía explicarles cosas que probablemente no volverían a tratarlas en clase nunca más.

  • Pues la campaña resulta en sí contradictoria en todos los aspectos- contesté al alumno en cuestión sabiendo que mi respuesta no era más que una forma de generar nuevas preguntas.

  • ¿A qué te refieres?

  • Para empezar la campaña ha sido promovida por un grupo de agnósticos. ¿Sabéis que significa esta palabra y cuál es la diferencia entre un agnóstico y un ateo?- los chicos ponen cara de ignorancia- . Un ateo es aquél que afirma que Dios no existe. Un agnóstico es el que afirma que el mismo concepto de Dios sería incomprensible para el ser humano, por lo que tanto si existe como si no, nunca lo podríamos saber con certeza, por lo que de nada vale plantearse si existe o no.

  • ¿Pero en la practica no sería lo mismo?

  • Probablemente tengas razón, tanto un ateo como un agnóstico harán su vida al margen de Dios.

  • ¿Entonces por qué es contradictoria la campaña?

  • Pues para empezar empieza con la palabra “probablemente”, es decir, es una cuestión de probabilidad.

  • ¿Y?

  • Pues en todas las cuestiones de probabilidad cabe una opción y su contraria

  • No entiendo

  • Verás, si yo digo “probablemente Dios no existe” también estoy afirmando “probablemente Dios sí existe”. Hay una probabilidad de que su existencia sea cierta y otra de que no, con lo que no estoy afirmando nada en concreto.

  • Pero la campaña creo yo que no pretende afirmar nada, si no que dice que no te preocupes por ello…

  • Exacto, si no debe preocuparte la existencia de Dios, y de eso se trata el agnosticismo, ¿por qué te preocupas en organizar una campaña publicitaria y gastarte decenas de miles de libras en algo que no debe preocuparte? El mensaje que estás transmitiendo es por tanto lo contrario de lo que afirmas “me preocupo tanto por la probabilidad de la existencia de Dios que hasta me he gastado una pasta colocando estos carteles en los autobuses”- risas.

  • Pero es que aún no acaba la contradicción en la frase- prosigo- si no que el lema termina diciendo “disfruta tu vida”

  • Pero eso no es contradictorio, ¿no? Es como un lema en positivo

  • Si solo dijéramos eso, sí, pero la frase viene toda junta “disfruta de tu vida ahora que te he dicho que probablemente Dios no existe”

  • ¿Y?

  • Pues resulta que en la práctica es justo al revés. Los que disfrutan plenamente de la vida, los que le encuentran sentido y los que afirman que son felices son precisamente los que tienen la experiencia de la existencia de Dios. “Ahora que has descubierto que Dios existe podrás disfrutar plenamente de tu vida”

  • Pero eso es lo que diría un creyente, los ateos dirían que ellos son felices también…

  • ¿Seguro?- le inquiero- Fíjate que yo a lo largo de mi vida a los únicos que he oído decir que son felices eran creyentes, y a los que no lo son siempre les he escuchado cosas como “hombre, la felicidad como tal no existe, solo hay ratos buenos y malos” o “la vida no tiene ningún sentido” o directamente “la vida es un asco” (por no decir otra cosa más fuerte)…

Los chavales quedan en silencio, meditando, también ellos han escuchado muchas veces frases iguales o parecidas…

Por supuesto las preguntas no quedaron ahí, cuando los adolescentes abren el cajón de los temas trascendentales es más fácil que se cierre con el timbre de final de clase que con su total satisfacción. Bendito sea Dios.

La confesión (¿o no?) de los pecados


Tal como expliqué hace tiempo en otro artículo, una de las actividades que procuro realizar con mis alumnos es la visita al templo más cercano y con ella hacerles una explicación tanto de los elementos que lo componen como la relación que tienen con los sacramentos que en ellos se celebran. La visita al confesionario es una de las más festejadas y en ese momento, como en otros durante el curso, surgen muchas cuestiones sobre el pecado, el perdón o la confesión.

  • ¿Pero por qué tenemos que decirle nuestras cosas malas a un señor?- Pregunta uno de los alumnos.- Yo prefiero decírselas directamente a Dios, por que al cura no le importa lo que yo haga o deje de hacer.

confesión

  • Bueno, en primer lugar le importa y muchísimo, aún que quizás no como tú crees.
  • ¿Por qué?
  • Pues precisamente por que si se consagró como sacerdote es precisamente por ti y para ti
  • ¿Para mí?
  • Para ti y para cada uno de nosotros y en especial para los que tiene a su cargo dentro de su puesto concreto en la Iglesia. Y por eso su deseo sería que tuvieses un encuentro profundo con Jesús y tus pecados dificultan que tu tengas esa experiencia, o mejor dicho, son como una venda que te pones que te impiden ver muchas veces su amor.
  • ¿Pero debo entonces darle detalles de mi intimidad? ¿No resulta eso morboso?
  • No, no- río- eso solo ocurre en las malas películas. Los pecados tienen nombre y apellidos
  • ¿Cómo?
  • Me refiero a que si tu pecado es de desobediencia hacia tus padres, o de egoísmo, o de querer imponer siempre tus criterios sin tener en cuenta la opinión de los demás, o de usar la sexualidad como mero medio de darte placer… no hace falta que des más datos. Otra cosa es que además de la absolución quieras que el sacerdote te de alguna orientación o consejo entonces le darás la información del caso que te parezca oportuna. Nada más
  • Pero sigo sin entender por qué no me puedo dirigir a Dios y que Él me perdone.
  • Vamos a ver, Dios ya te ha perdonado haciéndose hombre y cargando con tus pecados en la cruz, y efectivamente claro que puedes dirigirte a Dios para pedirle perdón. De hecho la Iglesia aconseja que se confiesen todos los pecados, pero también afirma que no es necesario si son leves, lo que se llama “veniales” y de hecho si recordáis al principio de la misa hay un rito penitencial en el que pedimos perdón a dios rezando el “Yo confieso” o el “Señor ten piedad”. Pero si te diriges a Dios directamente es porque te importa cumplir su voluntad, ¿no?
  • Pues… -duda- sí, supongo.
  • Entonces si es importante para ti respetarás que se deba hacer como Él lo indique.
  • Pero no creo que Dios haya dicho “id al confesionario”
  • No, no, evidentemente. Lo que Dios ha hecho es encargar a su Iglesia que transmita su perdón, por eso Jesús después de su resurrección dejará encargado a sus Apóstoles una tarea muy grande, “A quienes les perdonéis sus pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,23). No es que la Iglesia o el sacerdote tengan un poder en sí mismos, sino que hacen el servicio, lo que se llama un ministerio, de hacerte llegar su perdón. Luego la Iglesia ya estudiará las fórmulas que crea mejor para hacerlo, de hecho a lo largo de la historia el perdón se ha administrado de diferentes maneras, aunque en esencia fuese lo mismo.- Parece que los chavales le están dando vueltas al asunto, cada respuesta les plantea una nueva inquietud, esto es bueno.
  • Mira- prosigo- os leo que es lo que dice el sacerdote en el momento de darte la absolución, veréis que preciosidad: “Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz.”
  • Pero entonces, si tal como dices y has leído Dios ya nos ha perdonado, ¿por qué tenemos que ir a pedir perdón? ¿no lo tenemos ya?
  • Esa es una gran pregunta. Verás, Dios te ha perdonado, pero hay algo que no va hacer por tí, que lo tienes que hacer tú mismo- los chicos parecen muy interesados
  • ¿Qué?
  • Que tú pidas perdón y que desees recibirlo. Hay mucha gente a la que le importa tres pimientos el perdón de Dios, pero a esos seguramente no los verás en el confesionario- risas.
  • ¿Pero qué pasa si hay cosas que yo no considero qué no son pecado?
  • Bueno, no va a ser pecado o dejar de serlo por qué tú o yo lo decidamos ni va a dejar de hacernos daño en nuestro ser más profundo por que le quitemos la etiqueta. Es cierto que muchas veces tenemos la conciencia tan anestesiada con todas la películas y la presión social en la que parece que vale todo que en ocasiones no tenemos conciencia (valga la redundancia) de pecado, pero para eso la Iglesia viene en nuestra ayuda y nos ilumina y nos invita a la práctica de la oración o la escucha de la Palabra, por ejemplo.
  • ¿Pero entonces me confieso o no?
  • Confiésate, confiésate, que ante la duda y frente a la gracia de Dios, más vale que sobre que no que falte. Eso siempre.

Que nadie crea que la cosa acabó aquí, la inquietud del joven cuando se abre a la trascendencia no tiene fin, gracias a Dios… otro día más.

¿Pero qué dice la Biblia sobre la Virgen María?


A pesar del deseo explícito de Jesucristo que todos los fieles fuésemos uno “como mi Padre y yo somos uno”, un par de milenios después frente a la única Iglesia que fundó aparecen cientos de miles de congregaciones cristianas. Tal como repito muchas veces, eso significa que todos hemos hecho algo mal, muy mal.

Cierto es que existe una corriente denominada ecumenismo que trata de ir recuperando la unidad de los cristianos entre los católicos y los hermanos separados protestantes, pues a fin de cuentas es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Pero por desgracia parece que este empeño lo ven un buen número de protestantes con cierto recelo e incluso algunos (Dios quiera que los menos) tratan de impedirlo hasta con ataques personales a aquellos que establecen algún contacto con el catolicismo.

Uno de los puntos en que los protestantes siguen insistiendo a la hora de la oposición es el rechazo a la veneración que los católicos profesamos por la Virgen María. Para empezar son muchos los que se confunden, bien por desconocimiento o algunos podría ser por malicia, afirmando que los católicos somos unos idólatras ya que adoramos a la Virgen y sólo hay que adorar a Dios. Tendremos que repetir una y otra vez que los católicos adoramos a Dios y veneramos a la Virgen y a los santos del cielo, que es algo bien distinto.

Por otro lado, frente a los católicos que afirmamos que la Revelación única tiene dos fuentes, las Sagradas Escrituras y la Tradición, los protestantes sólo reconocen la Biblia como base doctrinal y afirman que la mayor parte de las afirmaciones que hacemos sobre la Virgen no aparecen en ella y por tanto no pueden considerarse como verdaderas.

Ciertamente este principio general resulta paradójico: si sólo debemos aceptar como verdaderas las doctrinas que como tal aparecen en la Biblia, esta misma doctrina no aparece en la Biblia, por lo que deberíamos tenerla por errónea… se reduce al absurdo.

Pero aún teniéndola por cierta, desde este punto de vista podemos ir directamente a la Biblia, a los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, y ver exactamente que dice sobre María. Desde ese prisma tendríamos, o deberíamos tener, una base común para todos los cristianos, protestantes o católicos, sobre ella.

Para empezar debemos afirmar tal como aparece en la Biblia que Dios no se hace hombre en Jesús de la nada, ni tampoco escoge a una mujer anónima cualquiera. María es escogida expresamente por Dios, tal como aparece en Mt 1 y en Lc 1, 26-27 en que se menciona su nombre, su ciudad, su estado civil, el nombre de su prometido e incluso el nombre del ángel que es enviado.

María posee la gracia de Dios en plenitud, el título de “llena de Gracia” (Lc 1,28) que le da el ángel a María es la primera y única vez que aparece en la Biblia. A ningún patriarca, profeta o santo en todas las Sagradas Escrituras se le da tal denominación. Además el término original que aparece en griego y que traducimos así es «kejaritomene» que significaría «perpetuamente en Gracia», «desde siempre y para siempre en Gracia». ¿Podemos deducir que si la gracia de Dios se da en plenitud y no sólo de forma parcial es por que Dios la ha preservado del pecado desde un principio? ¿Podemos deducir que si tal como dice la Biblia (Rom 5,12) la muerte es una consecuencia de la corrupción y que esta lo es del pecado, María no conocerá el mismo tipo de muerte que el resto de los hombres al haber sido preservada del mismo? Ahí aparece una diferencia entre las teologías católica y protestante. Los católicos damos en ambas una respuesta afirmativa. Los protestantes no las plantean.

El embarazo de María es de naturaleza divina. El evangelista Mateo afirma por dos veces (Mt 1, 1.20) que es por obra del Espíritu Santo y, como si quisiera que quedara del todo claro incide en Mt 1,21 que se ha producido sin que hubiera tenido relaciones. El evangelista Lucas (Lc 1, 35) da incluso más detalles explicando que el Espíritu Santo desciende sobre ella y el poder del Altísimo la cubre con su sombra.

De hecho, ante las comprensibles dudas que tiene José, que llega a plantearse repudiarla aunque de forma discreta, Dios mismo le indica que la tome por esposa (Mt 1, 19-20.24)

Pero María no acepta su misión de forma irracional, sino que plantea sus dudas, interroga al Señor (Lc1, 29.34) aunque sí con total humildad y obediencia (Lc 1, 38) como una simple esclava por lo que en ella se cumple la palabra de Dios (id).

María es por tanto “madre del Salvador” (Mt 1, 21), “madre del Hijo del altísimo” (Lc1,32), “madre del Rey Eterno” (Lc 1,33) “madre del Señor” (Lc1,43), “madre del Santo” (Lc 1, 35) y “madre del Hijo de Dios” (id) y también afirma la Biblia que en ella se cumplen las profecías del pueblo de Israel (Mt 1, 22-23)

Recibir a María en la casa propia es un honor inmerecido tal como lo hace saber Isabel (Lc 1,43) aunque por lazos familiares solo se trate de su prima pequeña. Además, y tal como afirma su saludo, María posee una bendición de Dios superior y distinta al resto de las mujeres (Lc 1, 42).

Siguiendo por tanto lo que afirma la Biblia en este relato, María es dichosa por que ha creído a la palabra de Dios (Lc 1,45) y todos los fieles de todas las generaciones deben dirigirse a ella felicitándola por la obra que el Todopoderoso ha hecho en su vida (Lc1, 48-49). Estas frases están recogidas en el cántico conocido como “Magnificat” (Lc1, 46-55) lo que, tal como dice mi amigo y músico católico Gaby Soñer, la convierte en la primera cantautora cristiana.

Es testigo además de como los humildes o los reyes de la tierra e incluso los mismos ángles se postran ante su hijo recién nacido, cosas estas que guardaba en su corazón.

Las Sagradas Escrituras recogen también como María cumple con los preceptos del pueblo de Israel, y así vemos como acude con su esposo al templo a consagrar a su hijo (Lc 2, 21-24) o suben a Jerusalén a celebrar la Pascua judía (Lc 2, 41-42).

La dicha de María no está exenta del sufrimiento a causa de su hijo, tal como le profetiza el anciano Simeón (Lc2, 35) como una espada que le atravesase el alma. De hecho María será una exiliada política (Mt 2, 14.20-21), tendrá que ver como su hijo se marcha de casa y antepone su misión a las mismas relaciones familiares (Mt 12, 47-50) o como sus propios paisanos lo rechazan precisamente por que conocen que es su propio hijo (Mt 13, 55-57), y, como no, estará con Él a los pies de la cruz (Jn 19, 25-27)

Como cualquier otra madre tendrá una relación similar a las demás con su hijo, así se angustiará cuando se pierda (Lc2, 43-48) o acudirá con él a eventos sociales como en las bodas de Caná (Jn2).

En este episodio además aparecen ciertas características importantísimas sobre ella, así María intercede por los demás ante su hijo (Jn 2,3) y su mediación es muy poderosa tanto que es capaz de modificar los mismos planes de Jesús para manifestar su gloria (Jn2, 4.11) y nos exhorta a obedecer los mandatos de Jesús (Jn 2,5)

Y en la misma cruz, con todos los dolores de su pasión Jesús entrega a María como madre a Juan, el apóstol al que más quería, (Jn 19, 25-27). He aquí otra diferencia entre las teologías católicas y protestante, ¿podemos ver en este gesto una entrega de María como Madre de todos los fieles tal como afirmamos los católicos?

Y por último vemos como María es coprotagonista en el nacimiento de la Iglesia (Hch 1,14) apareciendo con los apóstoles íntimamente unidos y en oración.

En resumen, podríamos asegurar que si afirmamos:

que María es la escogida expresamente por Dios para encarnarse y ser su madre,

que su embarazo es por tanto obra del Espíritu Santo,

que en ella se da la gracia de Dios en plenitud,

que está bendita de forma distinta y superior al resto de nosotros,

que debemos dirigirnos a ella considerándola dichosa,

que intercede de forma potente por nosotros ante su hijo y nos anima a obedecerlo y

que con ella nace la Iglesia,

no estaríamos diciendo nada distinto a lo que la misma Biblia afirma.

¿Será posible entonces algún día que afirmar todas estas cosas sea algo perfectamente válido para todos los fieles cristianos sean católicos o protestantes?

¿Llegará un día en que la veneración por María sea un motivo de unión y no de separación entre todos los fieles cristianos?

Dios lo quiera.

¿Creer en Dios y no creer en la Iglesia?


Estoy hasta el moño de escuchar a mucha gente la frasecita de marras de “yo creo en Dios pero no creo en la Iglesia”. Si alguien la hubiese registrado estaría forrándose con los derechos de autor (gracias a Dios esas cosas no se registran).

La frase, dicha a la ligera o en ocasiones con malicia, esconde una gran ignorancia en todos sus términos: qué es creer, quién es Dios, qué es la Iglesia.

Los que afirman tal frase hablan de la creencia en Dios como la creencia en su existencia, ¿y?, también el demonio cree en la existencia de Dios (y bien que le duele). Podemos afirmar la existencia de un ser superior como una especia de gran fuerza energética de la que procede todo lo creado pero eso ni cambiará nuestra vida ni nos ayudará a ser felices. Creer en Dios así es como el que tiene un tío en Graná, que ni es tío ni es ná.

Creer realmente supone tener la experiencia del amor de Dios personal que vivifica, consuela, alegra, anima, conforta, corrige.. en una palabra, que se convierte en el centro de tu existencia y en el motivo (no hay otro) de la felicidad.

 

Creer en la Iglesia no supone tener la seguridad de su existencia, evidentemente. La Iglesia es a nivel formal una institución reconocida y presente en todo el mundo. La fe en la Iglesia supone creer que está fundada por el mismo Cristo y que contiene los elementos para nuestra santificación. Negar esto sería o negar que Cristo fundó la Iglesia, o negar que el mismo Cristo tuviese facultad para ello y por tanto reducir a Jesús de Nazaret a un simple personaje histórico con unas ideas muy bonitas y poco más.

La fe en la Iglesia es inseparable de la fe en Cristo. Si afirmamos que Jesucristo es Dios hecho hombre para nuestra redención afirmamos con ello que su obra de salvación continúa en la Iglesia fundada sobre los apóstoles, testigos de su vida y su resurrección.

Pero cuando alguien afirma que no cree en la Iglesia está queriendo decir otra cosa. Para empezar suele confundir el término Iglesia con el término sacerdotes, cuando estos son solo una pequeña parte de los mil doscientos millones de bautizados que la conformamos. Y luego lo que afirman son cosas tales como que todos son unos sinvergüenzas, unos hipócritas o unos nosequé. Curiosamente si alguien dijera algo similar de cualquier otro colectivo le estarían poniendo la etiqueta de racista, xenófobo y fascista, pero suele ocurrir que los que se muestran tan anticlericales enarbolan la bandera del progresismo y la tolerancia, vaya paradoja.

¿Qué subyace en el fondo pues?. Sería algo difícil de aventurar, aunque me atreveré a apuntar algunos aspectos con el riesgo a equivocarme. Para empezar si interpelas o los que afirman tal cosa sus argumentos se desmoronan a las primeras de cambio. Normalmente te sacan a relucir el mal ejemplo de algún sacerdote, que ciertamente los malos ejemplos existen y son muy dañinos, ese es un problema en ocasiones grave que no se puede ni debe trivializar, pero otras muchas no lo es tanto o queda contrarrestado por los miles de buenos ejemplos de otros muchos sacerdotes y miembros de la Iglesia que ellos mismos conocen.

Otras parece que es una cosa de opinión, yo tengo una opinión distinta a la Iglesia sobre tal o cual tema, como si el Evangelio o sus repercusiones se pudiesen reducir a la opinión que fulanito de tal tenga de ellos o como si se tratase de cualquier asunto político o social.

Pero muchas veces, y aquí me la juego, lo que subyace es verse denunciado. El hombre necesita que alguien con una ascendencia moral le de la razón, o por lo menos que no le diga que lo que hace no está bien. ¿Qué te importa lo que diga la Iglesia sobre el matrimonio si tú dices que no crees en ella? ¿Acaso te sucede lo mismo con lo que diga el islam, el budismo o el hechicero de la tribu Culunguelengue?. Parece que si la Iglesia afirma que el matrimonio es para toda la vida y tú te has divorciado es que algo falla, es que en algo fallas, y eso no lo puedes soportar.

Si Cristo no hubiese fundado la Iglesia y no hubiese ninguna institución que recordase la Buena Nueva y sus implicaciones morales yo podría, y de hecho hay mucha gente que lo hace, coger el Evangelio por trozos como quien escoge fruta en el supermercado, esto me gusta, me lo llevo, esto no me apetece, pues lo dejo o lo cogeré otro día que sí que me apetezca. Y eso, evidentemente, ni es cristiano ni es lógico.

¿Pero cuál de las iglesias cristianas es la verdadera? (II)


Tratando de contestar a la pregunta sobre qué iglesia cristiana es la verdadera había dado unas explicaciones básicas de cómo y por qué habían ido sucediéndose los grandes cismas en la historia, el ortodoxo, el protestante y el anglicano. En ese punto dejamos la clase (y el artículo) anterior.

  • ¿Entonces entre protestantes, anglicanos, ortodoxos y otros cómo suman cientos de miles como has dicho? No me saldrían más de 5 o 6.

  • En realidad la iglesia protestante no es una como tal, no tiene una jerarquía unida, si no un montón de iglesias separadas. Baptistas, pentecostales, episcopalianos… algunas de cientos de miles y otras pequeñas congregaciones separadas en torno a un pastor de apenas unos cientos… aunque tienen órganos de coordinación, cada una es independiente de otra. Tristemente una de las cosas que más les une es su rechazo al catolicismo.

  • ¿Pero por qué?

  • Bueno, es un cúmulo de cosas, casi todas fruto del desconocimiento o en algunos casos tristemente de la mala intención.

  • ¿Entonces los protestantes son malos?

  • No, ni mucho menos, la gran mayoría de ellos son gente que de corazón sincero han reconocido a Jesús como salvador y lo buscan y lo siguen. El problema no es de personas, o al menos no en su gran mayoría, si no de conceptos. El Papa anterior, Juan Pablo II, en una visita a Estados Unidos, dijo una verdad muy secilla: la mayoría de los protestantes de aquel país no rechazan a la Iglesia Católica, si no a lo que ellos piensan que es la Iglesia Católica.

  • Pues un amigo mío que va al culto dice que los católicos se han inventado una religión y que lo que dicen no es lo que pone en la Biblia.

  • A eso me refería, seguro que tu amigo está convencido de ello, pero eso mismo es falso.

  • Bueno, pero eso es lo que dicen los católicos, será una cosa de opinión.

  • En algunos casos seguro, pero hay datos objetivos que puedes comprobar

  • ¿Cómo cual?

  • Los protestantes no celebran la Eucaristía, no comulgan, cuando en el Evangelio recoge claramente la orden de Jesús de celebrar la consagración de su cuerpo y su sangre en forma de pan y vino. Los protestantes creen que las buenas obras no son necesarias, solo la fe, cuando Jesús ordena a sus apóstoles que enseñen a las gentes a poner en práctica sus enseñanzas. Los protestantes no realizan el sacramento de la confesión, cuando Jesús dice claramente en el Evangelio que los pecados que retengan serán retenidos y los que perdonen serán perdonados… ¿sigo?

  • Pero también dicen que ellos no creen en la Virgen.

  • No es que no crean en su existencia, porque de hecho María es la madre de Jesús y así aparece en el Evangelio, si no que pasan por alto ciertos pasajes del mismo sin darles importancia…

  • ¿Cómo cuales?

  • El saludo del Angel a la Virgen diciendo que ella está llena de Gracia, que es la única persona en toda la Biblia de la que se afirma tal cosa, de lo que los católicos deducimos que Dios la ha preservado del pecado. La oración ante su prima Isabel afirmando que todas las generaciones la venerarán por la obra que Dios ha hecho en ella. Su capacidad de mediación por los hombres, como en las bodas de Caná, que adelanta el mismo plan de su Hijo de manifestar su divinidad. La entrega de María como madre a Juan, que los católicos siempre hemos visto como la entrega como madre nuestra…

  • Pero es que ellos dicen que nosotros adoramos a la Virgen y que sólo se debe adorar a Dios.

  • Lo segundo es cierto, sólo se debe adorar a Dios, y eso hacemos los católicos, adoramos a Dios y veneramos a la Virgen y los Santos, que es algo distinto.

  • ¿Entonces la Iglesia católica es la verdadera?– Ya han vuelto a la pregunta inicial, a la que no quería responder sin antes aclarar todos estos conceptos.

  • En todas las Iglesias hay algo (o mucho) de verdad, la pregunta no es cuál es la verdadera, si no cuál es la Iglesia de Jesucristo

  • Vale, profesor– pregunta el mismo alumno con un suspiro- ¿La Iglesia católica es la Iglesia de Jesucristo?

  • No, no lo es– los chavales se agitan inquietos, hasta los más indiferentes. No pueden creer que el profesor de religión católica haya dicho que su Iglesia no es la de Jesucristo…

  • ¿Entonces cuál es?-pregunta una chica inquieta

  • No espera– salta uno de los alumnos más avispados- esta es una de tus frases en que dices una cosa y luego le das la vuelta para decir que lo que no es sí que lo es pero no y algo así…

  • Gracias por tu comentario– rio- veo que se me empieza a acabar la originalidad y que ya me las pilláis todas al vuelo. Aunque en este caso no es así exactamente– en estos momentos la atención es máxima, a los chavales les atrae mucho la resolución de misterios y paradojas- Desde el momento en que hay varias iglesias y no una Iglesia única tal como la quería Jesús, ninguna de ellas puede ser la de Jesucristo

  • ¿Pero…?

  • Pero lo que la Iglesia católica afirma en uno de sus documentos oficiales, la encíclia “Luz de las gentes”, es que la Iglesia de Jesucristo subsiste en la Iglesia Católica.

  • Ya pero volvemos a lo mismo, eso es lo que dicen los católicos.

  • Evidentemente, pero podemos analizarlo… Veamos, ¿sobre quién funda Jesús su Iglesia?

  • Sobre Pedro

  • Correcto, ¿alguien recuerda cuantas veces se ha interrumpido la linea sucesoria desde Pedro hasta Benedicto XVI?

  • Ninguna

  • Perfecto, veo que recordáis los temas. Podemos por tanto concluir que la Iglesia que funda y que quería Jesucristo tiene su continuidad en la Iglesia católica, que el resto de congregaciones cristianas no pueden tener esa categoría, son hermanos que en un momento dado se han marchado de casa a vivir por su cuenta.

  • Pero eso nunca lo admitirán ellos.

  • Ciertamente. Por eso necesitan afirmar que no son ellos los que se han marchado, si no que los que tenían la casa han cambiado todo y que por eso se han visto obligados a salir.

  • Pero eso tiene también su lógica, ¿no?

  • En teoría podría ser, pero si los mismos que se han ido guardan multitud de diferencias entre ellos, es que ninguno de ellos se ha logrado mantener en la autenticidad que reclaman para sí. Por otro lado sería negar la misma profecía de Jesucristo, que al fundar la Iglesia sobre Pedro afirma que las puertas de infierno, esto es, el mal y el pecado, jamás podrían con ella.

  • Siendo así, si cada uno va a lo suyo, lo de la Iglesia unida que decías nunca se podrá lograr.

  • Lo que depare Dios para el futuro no lo podremos saber ni tú ni yo, pero sí que existe una corriente que se llama ecumenismo, que trata de recuperar poco a poco la unidad perdida atendiendo sobre todo a lo que nos une, que es el 90% de la doctrina, que lo que nos separa. Y eso es, tanto para católicos como para los hermanos separados, no un deseo, si no una obligación.

¿Pero cuál de las iglesias cristianas es la verdadera? (I)


A lo largo de los cuatro cursos en los que he ejercido como profesor de religión he tenido alumnos de todo tipo, ateos, musulmanes, creyentes de práctica religiosa (los menos) y bautizados con una relación casi nula con la Iglesia. Pero también he tenido cristianos de otras confesiones, testigos de Jehová, protestantes o greco-ortodoxos. El cómo han ido a parar cada uno de ellos a la clase de Religón y Moral Católica, que es optativa, sería un asunto muy interesante, pero para un capítulo aparte.

Pero el hecho de la convivencia de varias confesiones cristianas en el aula (y en la vida en general) suscita evidentemente una duda en algunos alumnos

Si Jesús es uno, ¿por qué hay varias iglesias cristianas diferentes?- o la que es más crucial

¿cuál es la verdadera?– Buff, tema dificil y espinoso, ¿como contestar siendo como soy católico respetando a las otras confesiones pero sin faltar a la verdad?.

 

Me toca por tanto hacer varias cosas, una explicar el proceso histórico por el que han surgido diversas congregaciones cristianas separadas. Otra responder a los criterios utilizados, en especial por los protestantes, para justificar su separación mediante acusaciones a la Iglesia y otra hacer una llamada a ir recuperando la unidad.

  • Bueno, antes que nada– empiezo- tenéis razón, Jesús es uno y su voluntad es formar una única Iglesia, por eso, si hoy en día tenemos 200.000 iglesias cristianas diferentes es por que algo hemos hecho mal, todos.- es una buena forma de empezar para evitar contar la historia como un cuento de buenos y malos.- Además, todas las separaciones que han surgido a lo largo del tiempo siempre, aunque haya habido justificaciones doctrinales, sobre todo han sido debidas a problemas de índole personal, rencillas, soberbias… o lo que es peor, intereses políticos y sociales.

Esto suscita la primera curiosidad, ¿intereses políticos en los cismas?. Prosigo

  • Jesús escogió a Pedro como cabeza de sus apóstoles y del pueblo de Dios para una vez que Él mismo se hubiera ido. La frase la recordáis algunos, “tú eres Pedro- que significa piedra, antes se llamaba Simón- Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Como véis lo dice en singular, su Iglesia. Una sola, la suya. No dice “de ti surgirán cuatrocientas veintiochomil congregaciones diferentes”– risas- esto mismo queda reflejado en las características de la Iglesia que vimos en el Credo de Nicea. ¿Recordáis?- los chavales ponen cara de poker– Creo en la Iglesia que es…

  • Una, santa, católica y apostólica– responde uno más avispado haciendo memoria

  • Efectivamente, una sola, santa por que posee el Espíritu Santo y por tanto la capacidad de santificar, apostólica por que proviene de los apostóles y es enviada como ellos a cada generación y católica… ¿alguien sabe lo que significa esta palabra?

  • ¿Es el nombre de la Iglesia, no?

  • No, pero gracias por concursar. De hecho la palabra católica no es un sustantivo, es un adjetivo y significa universal, es decir, que es válida para cualquier persona y cultura de cualquier tiempo. En realidad la Iglesia no tiene nombre.

  • Pero sí que decimos la iglesia católica, la iglesia anglicana…

  • Efectivamente. Al surgir las distintas congregaciones hemos utilizado ese adjetivo para distinguir a la Iglesia de los hermanos separados, pero no deja de ser un adjetivo.

  • ¿Entonces la Iglesia católica es la verdadera de Jesús?

  • Bueno. Vamos por partes– respondo tratando de evitar una respuesta tan simple como incorrecta que es lo que algunos parecen desear- La Iglesia se mantuvo unida durante los 1000 primeros años. De hecho la primera separación, lo que se llama cisma, se produjo con la Iglesia Ortodoxa, ¿sabéis por qué?– pregunta retórica, ya que salvo los alumnos del curso correspondiente, los demás no han visto historia de la Iglesia- Pues porque como Constantinopla era en aquel momento la ciudad más importante del imperio, el Patriarca de esa ciudad quería tener una posición jerárquica superior al obispo de Roma y por eso, después de muchos tiras y aflojas, se separaron.

  • ¿Pero no dirían que fue por eso, no?

  • Efectivamente, se necesitaba una justificación doctrinal, y como en la tradición oriental se afirmaba que el Espiritu Santo procede de Dios Padre y en la occidental que procede del Padre y del Hijo, se culminó el cisma– los chavales se miran perplejos sin entender cómo eso puede justificar una separación- Ciertamente es muy interesante desde el punto de vista teológico, pero por vuestras caras veo que eso no os quitará el sueño esta noche- ríen– De todas formas la comunión entre la Iglesia y los obispos ortodoxos es muy estrecha y participan en muchos actos con los obispos católicos.

Prosigo pues dando un gran salto en la historia

  • El siguiente gran cisma y el tristemente más importante es el de Lutero, de él provienen, aunque sea indirectamente, la mayor parte de las congregaciones que hoy conocéis y curiosamente Lutero no tuvo nunca la intención de producir un cisma, si no de corregir aspectos del funcionamiento y de la doctrina.

  • ¿Qué pasó pues?

  • Veréis, Lutero era un fraile agustino del siglo XVI, católico por tanto,  incluso llevó como vicario la dirección de varios monasterios. Era un hombrre de una personalidad bastante atormentada, capaz de pasarse noches enteras sin dormir, haciendo penitencia por sus pecados o estudiando la Biblia.

  • Parece el comienzo de la vida de un santo…

  • – rio- Podría ser. Pero el problema de Lutero es que empezó a criticar la situación de la Iglesia, cosa comprensible en aquellos tiempos, pero fue más allá cuando quiso cambiar la misma doctrina sobre los sacramentos, la figura del Papa, la doctrina de la salvación… de hecho el Papa lo recriminó por escrito pero Él en un gesto se rebeldía o de soberbia, como queráis calificarlo, quemó el escrito y además de forma pública. ¿Cuál fue entonces lo que agravó la situación?, Lutero no tenía intención de separarse de la Iglesia, si no reformarla, pero los nobles alemanes vieron una oportunidad de oponerse al emperador Carlos V y al Papa, que era también jefe de estado, y le dieron apoyo y protección, se sumaron a su causa y finalmente se separaron de la Iglesia. La historia de siempre, cuando la política se mete en cuestiones de fe no suel ser para nada bueno… – Prosigo pues, esta vez no con un salto menos grande

  • Otro gran cisma que os puede sonar más, por que ha salido en muchas películas y series, es el de Enrique VIII

  • ¿Es el rey ese tan mujeriego?

  • Efectivamente, el mismo. De hecho cuando surgió la doctrina protestante él apoyó totalmente al papa, incluso escribió un libro por el que la Iglesia le dió el título de Defensor de la Fe.

  • ¿Y qué le pasó?

  • Ay muchacho… las mujeres… y la política. Enrique VIII pidió al papa que anulase su boda con Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena pero entre la negativa de este y las insidias de su primer ministro no se le ocurrió otra cosa que separar a la iglesia de su país de la Iglesia universal y declarar que él mismo, y en adelante sus sucesores, sería el Jefe de la Iglesia inglesa. Lo que hoy conocemos como iglesia anglicana.

  • ¿Pero después de todo eso sigue existiendo esa iglesia?

  • Sí, así es

  • ¿Y quién manda en ella?

  • La reina de Inglaterra es la jefa, y cuando muera lo será el príncipe Carlos– a algunos les produce risa- Ciertamente a mí también me resulta un poco dificil de entender, pero el hecho no es solo que sigue hoy en día, si no que está extendida por algunas antiguas colonias británicas e incluso tiene su propia versión estadounidense, la iglesia episcopaliana…

(como dicen en la tele, continuará..)

¿Pero lo que pone en la Biblia es verdad o no? (I)


Parece que la Iglesia Católica tiene muy superado el antiguo conflicto entre razón y fe, ciencia y religión. Baste citar desde la obra de Santo Tomás de Aquino (“toda verdad, la diga quien la diga, viene del Espíritu Santo”) a las más recientes como la doctrina del Concilio Vaticano II o la encíclica “Fides et Ratio” de Juan Pablo II. Pero no parece igualmente que esto suceda así en otros campos como en algunas congregaciones protestantes o en la cultura popular, en especial a lo que se refiere a la interpretación de la Biblia y más concretamente a los 11 primeros capítulos del Génesis sobre la creación, la aparición del hombre, el diluvio universal, la torre de Babel…

¿Pero profesor, lo que dice la Biblia es verdad o no? ¿Dios hizo a Adán y Eva o venimos del mono como dice Darwin?.

Para empezar, Darwin nunca dijo que el hombre viene del mono, sino que el hombre viene de un origen común con el resto de los primates. Si los monos de hoy siguieran evolucionando nunca llegarían a ser humanos…

Bueno esa es nada más que una primera explicación y sólo de un aspecto anecdótico, la pregunta necesita un desarrollo un pelín más largo.

Veréis, la Biblia no es un libro de historia, aunque narra muchos hechos que ocurrieron realmente, ni tampoco un libro científico, aunque igualmente podemos observar en ella muchos conceptos científicos de la época en que se escribieron los distintos libros que la forman. Es sobre todo y ante todo un libro religioso, “la Biblia nos enseña cómo se va al Cielo, no cómo va el cielo”-esta cita ha sido atribuida muchas veces a San Agustín pero no lo tengo confirmado. Juan Pablo II también la hizo suya

¿Pero entonces lo que dice es mentira?

No, para nada, lo que dice es verdad, pero no es una verdad científica o histórica (aunque a veces sí lo sea) sino una verdad salvífica, es decir, lo que dice la Biblia es cierto para nuestra salvación.– Esta explicación los lía más que otra cosa, tengo que apurar más- Lo veréis con un ejemplo, el pueblo de Israel sabe por su propia experiencia y por inspiración divina que Dios es todopoderoso y es creador de todo lo que existe, que la principal criatura de la creación es el hombre y que todo lo demás está puesto a su servicio, esto es verdad. Lo que no tiene son los medios que poseemos en la actualidad como microscopios electrónicos o carbono 14 para explicar cómo lo hizo, por eso recurre a escribirlo como un relato, como un cuento si queréis: un día Dios hace la luz, otro el firmamento, etc. pero incluso en este relato ya vemos los primeros conocimientos científicos

  • ¿Y eso?

  • Dice que Dios hace el cielo separando las aguas de debajo de las aguas de arriba. El autor de esta frase ha visto que hay agua arriba que cae de la lluvia y otra abajo en mares y ríos y concluye que ese agua es en realidad la misma y que Dios la ha separado. Hoy sabemos que esto es cierto, que el agua es la misma que está circulando, aunque entonces no tendrían muy claro lo de los estados de la materia o el ciclo del agua que ahora estudiáis desde los 8 años.- Parece que les llama la atención- ¿otro ejemplo?, decidme cómo explica la Biblia la creación del primer hombre.

  • Dios hace una figura de barro y le sopla para que cobre vida.

  • Correcto, y esto curiosamente es verdad– caras de extrañeza- no la forma sino el contenido. El que escribe esto habrá observado probablemente que cuando un cadáver se descompone se acartona y se hace polvo. Hoy la ciencia nos enseña que existe un número muy limitado de elementos que combinados en distintas formas y cantidades dan lugar a todo lo creado y en esencia nuestros elementos como el calcio, fósforo, nitrógeno… son los mismos que encontramos en la naturaleza, en la tierra. Los tenemos en la tabla periódica que estudiáis en la clase de ciencias y son apenas poco más de 100. Si me apuráis, estamos hechos de los mismos materiales que una boñiga de vaca- risas en el aula- Pero por supuesto somos mucho más que una boñiga de vaca, somos personas, hijos de Dios que poseemos vida racional, que poseemos su propio espíritu.

  • Incluso-prosigo- algunas conclusiones científicas de la Biblia son erróneas, aunque en su momento resultaban del todo lógicas. Por ejemplo, tras el diluvio Dios le dice a Noé que “no tome el alma de ningún ser vivo, esto es, su sangre”. ¿Por qué pensaban esto entonces? Porque habían visto que el hombre al desangrarse moría, por lo que atribuían que el alma, como principio de vida, estaba en la sangre y como el alma es particular de cada persona no puede ser tomada de otra. Hoy sabemos que esta prohibición no tiene ningún sentido pues en la sangre hay plaquetas, glóbulos blancos y rojos, etc, pero no aparece el alma en ninguna analítica -vuelven las risas- por la sencilla razón de que el alma es inmaterial.

A la lista se añaden algunos ejemplos más que les dejan clara la idea. Otro día toca dar el paso más importante, cómo interpretar correctamente la Biblia y por qué resulta imprescindible hacerlo así para el creyente.