El obispo de Córdoba, la fecundación artificial y la estupidez humana políticamente correcta


A uno le dan ganas muchas veces de mandar al carajo a toda una serie de pseudopensadores pseudoprogresistas pseudocatólicos y muy pero que muy políticamente correctos, cada vez que les da por arremeter contra un obispo por cometer el horrible crimen de hacer pública la doctrina de la Iglesia, “habrase visto qué desfachatez”.

Pero si finalmente no me entran ganas de hacerlo no es por la pena que me dan, que es mucha, o por lo inconsistente de sus argumentos, que lo son y mucho, sino por puro y sencillo aburrimiento. Cualquier día abrirán un proceso contra don Paco, el cura de Villaconejos, por atreverse a decir en el sermón de la misa dominical que Dios existe.

Esta vez le ha tocado al obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, porque ha definido la fecundación artificial como “aquelarre químico”. Vaya por Dios. Y naturalmente han salido contra él en primer lugar los catolicoperos a través de sus plataformas de internet y seguidamente, como siempre, los políticos izquierdosos con sus peticiones de condena, recusaciones y demás zarandajas.

Pero a un servidor que le mueve más su amor por la Iglesia y por la libertad que el aburrimiento (tampoco mucho, la verdad, que el aburrimiento es muy grande) le da por escribir unas líneas y dejar un comentario. Costumbres que tiene uno.

Vamos a ver. La concepción es un don de Dios, no es un derecho de los padres, no es una obligación del sistema económico, no es la fabricación de seres humanos… y todo concebido tiene por tanto su dignidad de persona y no de cosa y sus derechos como ser humano y no como producto manufacturado.

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En el plan de Dios inserto en la naturaleza todo concebido tiene, como es sabido, un padre que aporta su semen, una madre que aporta su óvulo, un acto sexual entre ambos y una concepción y una posterior gestación en el seno materno. ¿es de cajón, no? Y como es lógico la Iglesia defenderá por tanto este plan de Dios y no aceptará como lícita la alteración, al menos en sus presupuestos básicos, de la misma.

Un sistema de reproducción en el que el semen no sea del esposo, el óvulo no sea de la esposa, la concepción se produzca en un tubo de vidrio, la gestación en el útero de otra mujer, se desechen embriones en un proceso de selección o cualquiera de los supuestos por separado, no podrá ser considerado como lícito moralmente por la Iglesia ¿es simple, verdad?. Nadie tiene la obligación de comulgar con la doctrina de la Iglesia pero de la misma manera nadie debe creerse con el derecho de impedir, despreciar o condenar a la Iglesia por exponer su doctrina. Parece lógico.

Pero no, en este mundo dominado por lo políticamente correcto no lo es. Un mundo en lo que prima es la libertad individual por encima de toda consideración moral, no lo es. Un mundo donde todo lo técnicamente posible es socialmente aceptable no lo es. Y todo aquel que ose contradecir al espíritu de lo políticamente correcto será tachado inmediatamente de retrógrado, fascista, intransigente, inquisidor, liberticida, misógino y apologista de las hemorroides…

Pero la Iglesia no puede ni debe dejarse llevar por las modas de este mundo. Todo avance científico que contribuya a la dignidad del ser humano será bienvenido, todo el que conlleve la reducción del ser humano a la categoría de cosa o producto no. Como dijo San Juan Pablo II «no todo lo científicamente posible es moralmente admisible».

Por eso, ante una dificultad para concebir, habrá que tener como lícitos aquellos tratamientos que ayuden a la concepción natural en lugar de sustituirla y, ante la imposibilidad de la concepción, siempre será recomendable la adopción, que no solamente satisfará el deseo de ser padres sino que generosamente darán estos su cariño a algún niño que por circunstancias de la vida se habrá visto tristemente privado de sus padres biológicos.

¿No habría pues ninguna forma de que un tratamiento de fecundación artificial fuese tenido por lícito por la Iglesia? Esta pregunta curiosamente fue respondida hace ya años en un estudio por científicos creyentes y moralistas que entendieron (es sólo una opinión, bien fundada pero no deja de ser una opinión) que si se daban todos y cada uno de una serie de requisitos podría aceptarse, aunque en la práctica ningún laboratorio los sigue.

¿Cuales son estos supuestos? En primer lugar el semen y los óvulos deben ser de los esposos, no de donantes. En segundo que el semen debe ser obtenido de una relación sexual en la que pudiera darse la fecundación de forma natural, no de papá que se masturba y lo deposita en un bote (esto podría hacerse por ejemplo con un preservativo “pinchado” en que parte del semen seguiría su curso natural y un parte quedaría en el mismo). El tercero es que la concepción, previos lo tratamientos necesarios de los gametos, debe producirse en el interior del útero, no fuera y por último que todos los embriones resultantes deben ser respetados y no eliminados. Con estos supuestos podría aceptarse, lo que resulta ciertamente interesante desde un punto de vista ético, aunque nadie los lleve a cabo (o al menos que yo sepa).

Pero volvamos a Don Demetrio al que le ha caído la del pulpo. Como es imaginable los partidos izquierdosos de su región ya han pedido su condena pública. Es lo propio de los izquierdosos (que no de la gente de izquierdas, aunque en España por desgracia son cada vez menos) llenarse la boca con conceptos como “libertad de expresión” pero olvidarse inmediatamente de ellos cuando alguien libremente expresa algo que no les gusta.

Pero la crítica que me gustaría comentar es una que le ha llegado de un portal web de información pseudorreligiosa lleníto, lleníto de catolicoperos. Se trata de una carta escrita supuestamente por una mujer (digo supuestamente porque no sé si es una carta real o si es un mero recurso literario) que se define a sí misma como “profesora de religión y catequista” en un colegio religioso. Por todo lo que dice después habría que preguntarse si ambos títulos se los dieron en una rifa, pero bueno…

Dicha mujer afirma haber tenido un hijo “fruto del amor” por el proceso que critica monseñor. Ciertamente no niego que ella y su marido puedan amarse y desear un hijo, pero lo de que este sea fruto del amor es más cuestionable. Naturalmente dicha señora no dice si el semen (y por tanto la mitad del código genético de su hijo) es de su marido o de un desconocido, o si pasa otro tanto con el óvulo fecundado. Siendo así podría ser que el hijo fuese de su marido, de ella, del portero de su finca y de una cajera de Mercadona… no sé si los cuatro se tendrían “mucho amor”.

Dice que todo eso lo realizó con el conocimiento y apoyo de sus jefes sacerdotes. Esto podría ser creíble, entre los sacerdotes y sobre todo entre los de algunas órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza abundan los catolicoperos.

Luego dice que esos mismos han aceptado gustosos el bautizarlo… pues faltaría más, ¿alguien ha dicho que hay que negarle el bautizo a su hijo?, ya tiene bastante con algo de lo que es inocente. Luego  afirma que así es miembro de la Iglesia igual que el obispo “a su pesar”. Tendrá mucho amor por su marido pero lo que es claro es que no tiene ninguno por el pastor de su diócesis.

También comenta que su hijo llora, ríe, tiene hambre… “como cualquier otro niño de su edad concebido de forma natural”… pues menos mal que lo ha dicho, a lo peor resulta que alguien pensaba que era un calamar.

Pero la carta riza el rizo afirmando que está segura “de que Dios ama a mi hijo igual que ama a los niños nacidos por la vía normal”. Tiene muchísima razón, muchísima. Lo que ella no dice es que nadie ha negado tal cosa y también se calla que Dios ama igualmente a todos sus hermanos concebidos como él que fueron arrojados a la basura porque no resultaban «viables» o por la sencilla razón de que siendo viables ella sólo estaba dispuesta a tener uno. ¿Cuantos hijos suyos se fueron por el retrete? ¿no tenían la misma dignidad que el nacido? ¿acaso el amor que se tenían los padres sólo bastó para perdonar la vida a uno y condenar a los otros?

Pues eso, la señora se siente ofendida con su obispo “como madre, como mujer y como católica” Tócate las narices. Ya ve monseñor, a saber que habrá dicho usted en contra de las madres, las mujeres y las católicas… ya se que nada, don Demetrio, era sólo una pregunta retórica. Yo no me siento ofendido, pero me siento perplejo y dolido por alguien que ha dicho todas esas cosas ya no como padre, hombre o católico… ni siquiera como señor gordo con barba, sino como simple “homo sapiens”. La estupidez humana será grave, pero mientras sea políticamente correcta habrá muchos que la aplaudan.

La progresiva “homosexualización” de las series de televisión


Antes que nada pido perdón por la palabreja que no existe (aunque curiosamente la palabra “sexualización” si que aparecerá en la próxima edición del diccionario de la RAE). Me motiva este artículo una noticia sobre cómo la presencia de parejas homosexuales en las series de televisión de Estados Unidos va en aumento cada año. Sin necesidad de realizar ese estudio estadístico sí es cierto que otro tanto, incluso mayor, sucede en España.

Es evidente que existe una interacción entre los medios de comunicación y la sociedad, en especial en la televisión. En ocasiones esta refleja las costumbres de la sociedad cambiante y en otras es la sociedad la que adopta por imitación los modelos de conducta que la televisión ofrece. Soy de la opinión (discutible, como todas) de que normalmente se produce más el segundo fenómeno: la televisión moldea la sociedad. Y por lo que se ve comparten conmigo esa opinión los partidos políticos y los lobbies económicos y sociales que tratan de utilizar la televisión para influir en la población, entre ellos, como no, el lobby homosexual.

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Da la impresión que si una serie española de televisión, sobre todo de comedia, comienza sin que aparezca ningún personaje homosexual, pasará poco tiempo hasta que veamos alguno en la trama y de forma continua. No sé como funcionará esto por dentro, pero me imagino al lobby gay llamando y presionando a la emisora para que esto suceda o al productor diciendo a los guionistas “¿cómo que no habéis metido ningún gay? Ahora mismo convertid a alguno de los personajes en marica antes de que nos lluevan palos…” (repito que es pura elucubración).

Pero el hecho es que este fenómeno se constata con el desarrollo de los guiones, y no solo se conforman con la aparición de un personaje “gay”, si no que progresivamente van incluyendo toda una variedad de “comportamientos” sexuales varios (lesbianas, transexuales, tríos  bisexuales…)

Para muestra recordaré tres series de reciente emisión en España, que ya no están en antena (o lo están en reposiciones), pero que muchos de los que leen estas lineas identificarán (que me disculpen los lectores de otros países donde no hayan llegado las mismas) y que comprobarán lo que escribo.

Aquí no hay quien viva: Una comedia sobre un grupo de vecinos de un edificio del centro de Madrid.

Al principio de la serie aparece un homosexual en uno de los apartamentos. Poco después los guionistas añaden un compañero con lo que tenemos la “pareja gay”. Por lo que se ve insatisfechos deciden incorporar una pareja de lesbianas y aún no contentos temporadas más tardes incluyen un personaje transexual, “una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”.

Paralelamente los cambios de parejas, los adulterios y la promiscuidad aumentan en cada capítulo. Para poner una guinda en el pastel añaden un cura, un tipo ridículo cuya obsesión es triunfar en el mundo de la canción sin saber cantar ni tocar la guitarra y cuyas canciones no son más que plagios descarados de éxitos de grupos de moda

Doctor Mateo: Un prestigioso cirujano que triunfa en Nueva York se retira a vivir una vida tranquila como medico del pueblo asturiano en el que pasaba los veranos de su infancia y tiene que convivir con los pintorescos habitantes del mismo.

Tras “descubrir” que faltaba un homosexual los guionistas convierten de la noche a la mañana en gay al joven fontanero del pueblo y sin previo aviso, el mismo que capítulos antes nos han mostrado tratando de seducir a alguna de las mozas del lugar.

¿El cura?… aparece en la segunda o tercera temporada, un chico joven y muy guapo al que acosan las mujeres del lugar, aunque en este caso (¡menos mal!) no sucumbe a la tentación.

Los hombres de Paco: Esta serie es la que a mi juicio se lleva la palma y en la que me detendré un poquito más. Se trata de un grupo de policías bastante chapuceros en sus métodos pero que de una manera u otra siempre resuelven con éxito sus casos.

Lo más curioso es que esta serie en un principio estaba llena de valores, la amistad, la honradez, el amor por la familia, la entrega en el trabajo, la lucha contra el mal y las injusticias, pero…

La trama empieza enredándose cuando la hija adolescente de uno de los policías se enamora del agente guaperas y trata de seducirlo de la forma mas explícita posible, aunque este la respeta y rechaza todas sus insinuaciones. Pero ojo, la respeta no porque es menor, si no por que es la hija de su amigo.

Luego llega el tembleque de los guionistas y deciden convertir a uno de los agentes en homosexual, y en un capítulo, sin comerlo ni beberlo, convierten en gay al policía que curiosamente mostraba un comportamiento más machista de todos, mientras que sus compañeros, como no, lo animan para salir del armario como de si de una gran victoria se tratara.

Naturalmente se dan cuenta de que ahora falta la lesbiana. ¿qué hacer pues?. Incorporan un nuevo personaje que casualmente es la hermana de uno de los policías que también casualmente es policía pero que se marchó de casa hacía mas de 20 años y que, oh casualidad, es lesbiana. Además, oh requetecasualidad, había tenido una experiencia lésbica con la exmujer del policía guaperas, que también es policía, y que requetequetecasualemente es destinada a la comisaría se su hermano y al encontrarse las dos reviven su amor lésbico.

Con esto además cerramos un círculo curioso, una lesbiana con otra que está con ella que antes había estado casada con un hombre (¿bisexual tal vez?).

¿Se quedan satisfechos los guionistas (o los que les “presionan”) con ello?. Ni mucho menos, en un capítulo y de forma ocasional muestran a la lesbiana manteniendo relaciones con uno de sus compañero varones, eso sí, sin “faltar” a su chica. Y ya por si fuera poco nos muestran una clase magistral en que enseña a la otra a pasear de la mano por el parque sintiéndose orgullosa de ello (la “clase” es totalmente surrealista pues se produce tras el enfrentamiento con una banda criminal en el que han matado a varios de los malos).

¿Se acaba aquí la cosa? Pues no, ya puestos ¿que tal un poco de travestismo?. En una de las misiones uno de los agentes debe disfrazarse de mujer. “Casualmente” se encuentra en la calle con el comisario, que no ha sido informado de la estratagema de sus agentes, y pese a tratarse de un policía veterano, ilustre y condecorado con una hoja de servicios brillantísima, es incapaz de reconocer a uno de sus oficiales disfrazado. Pero además se siente atraído por ella/él y la cubre de atenciones y galanteos como buen caballero que es. El subordinado no tiene más remedio que seguirle la corriente y aunque finalmente se descubre el pastel, en un momento dado el agente confiesa a sus compañeros que cualquiera se dejaría seducir por las galanterías de su jefe.

Homosexual, lesbiana, bisexual, travesti… ¿que tal si ahora incluimos un trío?. Esa es la ocurrencia siguiente del guión. Uno de los policías se enamora de la lesbiana pero, en un alarde de su amor le dice que él respeta que ella y su pareja sean lesbianas y que no quiere cambiarla, pero que al menos le “dejen” entrar en su relación. Las dos mujeres, que sienten una aprecio por él como amigo y compañero, hacen un pequeño “intento” que finalmente no cuaja, pero en el que al menos los guionista han mostrado es posibilidad.

Bueno, ¿y aquí no metemos un cura?… ya puestos metamos un obispo. En uno de los capítulos los policías deben desmantelar una trama de traficantes de drogas que importan cocaína utilizando como tapadera una fábrica de imágenes religiosas que llegan a España a través de un convento sin que las monjitas lo sepan (menos mal que no se le ocurrió convertir a las monjas en traficantes de drogas). Para ello deciden infiltrarse de incógnito en el convento, un convento que dicho de paso parece más una estación de metro por la facilidad con que la gente entra y sale de él. Un agente masculino de sacerdote que se “aloja” en el mismo convento. Otro que llega “de visita” y una de las chicas policías que ingresa “como novicia”.

La joven policía entra en la celda de su compañero para intercambiar información y la superiora, que desconoce la operación, piensa que han mantenido relaciones. A la mañana siguiente el mismo policía consume de forma accidental la droga que estaban buscando, justo cuando de repente “aparece” el obispo que viene a recriminarle su comportamiento inmoral con la novicia y el agente, envalentonado por las drogas, le suelta un discurso de cómo la iglesia “reprime” el amor (?) y lo culpable que es por la muerte de millones de personas por Sida al prohibir el condón (imaginación al poder).

Para más inri los guionistas muestran al mismo tiempo una escena en la que el otro agente, policía joven y guapo que llega vestido de sacerdote al convento, se besa apasionadamente con su compañera vestida de novicia con la que tiene un romance, pero a pesar de su condición de infiltrados en secreto no lo hacen en una esquina apartada o en una sala, si no en el centro del claustro donde cualquiera que pasase los vería perfectamente. Aunque el guión deja claro que son agentes infiltrados ya han conseguido la imagen, un cura y una monja jóvenes y guapos besándose con pasión.

Pero más allá de las anécdotas y de las series en concreto la duda que nos queda es ¿consiguen así su propósito?, esto es, ¿consiguen convencer a la población de que determinados comportamientos absolutamente minoritarios y fruto de situaciones personales muy concretas y dolorosas son mucho más frecuentes de lo que en realidad lo son y tan normales y naturales como los que son moralmente lícitos? Tristemente parece que así es… por eso, ante todo y sobre todo, precaución, en especial con los más jóvenes.

La Iglesia, el SIDA, el condón y la estupidez.


En un artículo anterior escribí cómo explicaba a mis alumnos (en estos momentos no ejerzo como profesor a mi pesar) por qué la Iglesia no considera lícito el uso de anticonceptivos, pero además sobre estos, y en concreto sobre el preservativo, se abre otra cuestión: la prevención del SIDA y las demás enfermedades de transmisión sexual (ETS´s como se abrevia ahora).

De mi amor por la ciencia y de aquella maravillosa asignatura que estudié en la facultad y de la que guardo tan grato recuerdo, Filosofía de la Ciencia, hace ya mucho tiempo que descubrí la diferencia entre la objetividad y verdad de la ciencia y la subjetividad e incluso en ocasiones las mentiras de muchos científicos.

Recuerdo por ejemplo los científicos nazis que justificaban las tesis racistas de Hitler. Eran realmente científicos brillantes, médicos y físicos de una gran preparación, pero eran antes nazis que científicos y retorcían sus conocimientos técnicos supeditándolos a su ideología política.

Hoy mismo me sigue sorprendiendo y doliendo (¡y cómo!) los médicos abortistas, que obvian todos sus conocimientos sobre desarrollo fetal o las más mínimas bases de la genética por participar de un sangriento y tan lucrativo negocio.

 El Centro Nacional para la Prevención y Control del Sida realizó ayer, en la Plaza de la Constitución, el cierre de una campaña nacional para desestigmatizar el uso del condón y combatir la homofobia. A lo largo de las jornadas informativas en diversos estados del país participaron grupos teatrales y compañías de danza. Este viernes se repartieron ayer en el Zócalo miles de preservativos

De igual manera hoy escucho una frase elevada a la categoría de axioma a base de repetirla, probablemente siguiendo la táctica del ministro de propaganda nazi Goebbles que afirmaba que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad: Como el Sida se transmite por vía sexual, el condón frena esa transmisión y la Iglesia prohíbe el uso del condón, concluimos que la Iglesia es por tanto la responsable de cientos de miles de muertes producidas por esta enfermedad.

Y lo peor de todo, volviendo a la subjetividad de los científicos, es que a semejante estupidez se adhirió todo un premio Nóbel en una conferencia pronunciada en la Universidad de Valencia… juro que se me cayó el alma a los pies… ¡hasta los premios Nóbel llega la sinrazón más absoluta!. De todas maneras, aunque me parece obvia la estupidez de la frase, me veo en la “obligación” de explicarla en estas líneas.

Para empezar es evidente que la Iglesia no es ningún juez ni ningún gobierno para prohibir nada. La Iglesia, desde su fe, ilumina la moral y define que comportamientos son lícitos o no. Luego cada persona podrá en su libertad seguir dichas indicaciones o no. Se supone que los creyentes así lo haremos (aunque ese es otro tema) y los no creyentes podrán hacerlo o no.

Pero lo gracioso (si se puede decir así) es que la Iglesia no se limita a considerar ilícito el uso de los métodos artificiales de anticoncepción, si no que igualmente lo hace con toda relación sexual extramatrimonial, sea adulterio, relaciones previas, promiscuidad, prostitución, pornografía, contactos con personas del mismo sexo, masturbación, cualquier tipo de perversiones… y cómo no, violaciones y abusos (vuelta al artículo antes citado).

Por tanto, en el supuesto hipotético que la totalidad de la humanidad viviera su sexualidad conforme a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia no existirían las ETS´s. Dicho de otra manera, si yo me lo monto con mi señora y sólo con ella y viceversa, tal como me enseña la Iglesia, no hay ninguna posibilidad de contagio por vía exclusivamente sexual. Y si toda la humanidad se comportara de esta manera, las ETS´s desaparecerían rapidísimamente o, mejor dicho, nunca se habrían producido.

Existen además datos estadísticos que lo corroboran. Las políticas de reparto de preservativos a mansalva no han conseguido ningún resultado significativo en el freno del SIDA, sin embargo, en algunos países centroafricanos que han hecho campaña por la “fidelidad conyugal” y desde criterios puramente sanitarios y no morales, los resultados han sido muchísimo más satisfactorios.

Pero volviendo al razonamiento de marras, culpar a la Iglesia del avance del SIDA por “prohibir” el uso del preservativo equivale a suponer que hay gente que le pondrá los cuernos a su señora o que se irá de putas pero eso sí, “a pelo” por que los curas han dicho que el condón es malo. Como si del adulterio o la prostitución no hubiesen dicho nada o incluso los hubiesen recomendado cono ejercicio anti-stress… ¿A alguien le cabe en la cabeza semejante estupidez?… o mejor dicho ¿a alguien le cabe en la cabeza que semejante estupidez le quepa en la cabeza a personas inteligentes, con conocimientos científicos e incluso premios Nóbel?

A Benedicto XVI le liaron una muy grande (que atrevida es la ignorancia) cuando comentó que el uso del preservativo se podría entender en el caso de una prostituta, porque lo grave en este caso no es el preservativo, si no el ejercicio de la prostitución y sus consecuencias.

A mis alumnos para explicarles esto les hago una especie de cuento: Un periodista le pregunta al cura del pueblo, -¿Padre, es bueno que me ponga condón si me voy de putas? – Hijo mío, no sólo es bueno, es necesario, lo que es malo es que te vayas de putas. Y al día siguiente el periodista publica en primera plana “Sacerdote considera bueno y necesario el uso del preservativo en algunos casos”.

Recuerdo una anécdota que pudiera resultar significativa. Unas monjitas misioneras en una población centroafricana, alarmadas ante los estragos del SIDA entre la población indígena decidieron “con buena intención” desobedecer las enseñanzas del Magisterio y repartir preservativos entre los varones. Estos, con una lógica distinta a la occidental, entienden la consecuencia inmediata de un hecho (si estoy bajo la lluvia sin paraguas, acabo mojado) pero no tienen el concepto de “consecuencia remota” y no entienden que la enfermedad que me ha aparecido hoy es la consecuencia de una visita que hice al prostíbulo hace medio año.

Por tanto ninguno utilizó los condones en sus relaciones, puesto que además les restaban placer (por mucho que los señores de Durex se empeñen en decir lo contrario) pero descubrieron la resistencia y elasticidad del látex y los usaron… para transportar agua, ¡hasta dos litros era capaz de aguantar un condón!. Con esto las monjitas estuvieron a punto de crear una intoxicación a gran escala puesto que los lubricantes y espermicidas con los que se rocían los preservativos pueden ser  altamente tóxicos si se ingieren.

Iglesia y homosexualidad


  • Profesor, ¿por qué la Iglesia discrimina a los homosexuales?

  • No seas manipulador – contesto con una sonrisa – ya estás condicionando la respuesta en tu pregunta, dando por hecho que es cierta

  • ¿Pero no lo es?

  • No, evidentemente. Una cosa son los homosexuales, que son personas y por tanto hijos de Dios y amados por Él y otra cosa es la valoración moral que se haga de la homosexualidad.

  • Bien, entonces… – interviene otro alumno – ¿por qué la Iglesia rechaza la homosexualidad?

  • Cómo os he comentado en otras ocasiones, la relación sexual lícita es la que se produce entre un hombre y una mujer en el matrimonio y abierta a la vida. Cualquier otro uso de la sexualidad, relaciones prematrimoniales, adulterio, pornografía, relaciones con personas del mismo sexo, anticonceptivos artificiales, contactos ocasionales, masturbación, amancebamiento, poligamia… quedaría por tanto fuera de la moral… no digamos ya la violación o los abusos.

  • ¿Pero eso no discrimina a los homosexuales?

  • No es una cuestión de discriminación… sería cómo decir que la Iglesia discrimina a los que se masturban o a los que viven juntos sin estar casados… y no es así, si no que se trata de qué conductas son consideradas lícitas y cuales no.

5.0.2

  • ¿Pero si uno nace homosexual no puede ser cristiano?

  • Vamos a ver- contesto- uno no nace homosexual, la conducta homosexual no es natural, es aprendida… – algunos se remueven en sus sillas cuando les dices algo como esto que no es políticamente correcto o no es lo que les han dicho en la tele o incluso otros profesores- es decir existen circunstancias que pueden llevar a desarrollar ese comportamiento, pero no es que nazcas así, vamos, cuando tienes un hijo el médico te dice “ha sido niño… ha sido niña” nunca te dice “ha tenido usted un homosexual… es una lesbiana preciosa”- risas

  • Pues yo he visto un reportaje en la tele que decía que hay muchos animales que son homosexuales…

  • Bueno, en primer lugar eso no es cierto, pero aunque lo fuera la conducta animal no es una referencia moral para el ser humano, en muchas especies existe el canibalismo y el incesto y eso no te autoriza a comerte a tu colega o a montártelo con tu abuela… – más risas

  • ¿Pero entonces es mentira lo que dicen esos documentales?

  • No lo sé, habría que verlos… pero lo más probable es que tu hayas visto algo como que en algunas especies, muy pocas, puede darse una monta entre machos bien como signo de dominación o bien ante la ausencia de hembras… que es algo bien distinto de una conducta homosexual – cara de escepticismo – para que me entiendas, no existe un sólo pollo que pudiéndoselo montar con las gallinas del corral se vaya a la granja de al lado a hacérselo con otro pollo- siguen las risas.

  • Pues yo he conocido algunos que ya desde niños se nota que son mariquitas…

  • Vamos a ver, debéis tener cuidado en no confundir los términos… una cosa es una persona afeminada y otra una homosexual… de hecho podéis haber visto homosexuales con mucha “pluma” y otros con ninguna o heterosexuales amanerados en sus formas…

  • ¿Y eso?

  • Si un niño se cría con su madre, su abuela y sus tres hermanas mayores y su padre es un vendedor que pasa días enteros fuera de casa, es probable que adquiera las formas de hablar y de comportarse propias de las chicas… y eso no tiene nada que ver con la homosexualidad… o si un niño es gordito y su obesidad disminuye sus niveles de testosterona tendrá un carácter más “blandito”, que tampoco tiene nada de homosexual…

  • ¿Entonces por qué existen homosexuales?

  • Dejame que te niegue la mayor- le digo – y decir que no existen “homosexuales” – recalco – si no personas que han desarrollado una conducta homosexual…

  • Vale, ¿pero por qué?

  • Los estudios que se han hecho son en su mayoría sobre la homosexualidad en el varón, así que trataré de explicaros esta, lo de las lesbianas está menos estudiado, pero pueden concurrir diversas circunstancias… – en estos momentos la atención es máxima, los chavales están oyendo una y otra vez que la homosexualidad es algo natural, que da igual ser homosexual que heterosexual… pero en lugar de apaciguarlos eso les crea inquietud, por lo que están ansiosos de que alguien les dé una explicación más allá de lo políticamente correcto.

  • Por un lado – prosigo – se dan casos en los que la conducta homosexual ha sido inducida por otro chico, son muchos los que confiesan haber tenido su primer contacto sexual en la pubertad con algún chico 6, 10 o más años mayor que ellos…

    En otros casos se da por una identificación con el rol sexual de la madre, muchas veces por ausencia del padre. Incluso cuando yo estudiaba psicología una profesora e investigadora de la conducta sexual humana nos dio a conocer un estudio, que difícilmente se encontraría hoy en día, que decía que la práctica totalidad de los chicos con conducta homosexual tenían madres de carácter dominante y padres sumisos, es decir, como una “inversión” de los papeles.

    Existe otro tipo de condicionante químico-hormonal, una mujer que haya recibido un tratamiento hormonal estando embarazada puede dar lugar a que su hijo tenga un desarreglo en ese sentido y una “tendencia”, ojo, no una “determinación” a sentir cierta inclinación por personas de su mismo sexo…

    Y luego está el que creo que es el más triste, la moda, el vicio, la falta de freno ante la propia libido… ahora con chicas, ahora con chicos… más adelante con… bueno, cualquier perversión- se produce un silencio casi tenso, los alumnos se muestran entre aliviados e intrigados, como si desearan saber mucho más, cosa que naturalmente es algo estupendo para un profesor.

  • Pero entonces… -pregunta un chico- si se da alguno de los casos   que has dicho… el que sale homosexual no es que sea su culpa, por así decirlo…

  • Evidentemente – contesto – además creo que yo no he hablado en ningún caso de culpas.

  • Ya, pero… si no es culpa suya… ¿por qué la Iglesia no puede aceptarlos tal cual?… no digo ya casarse, pero que puedan tener su pareja o que puedan comulgar… por ejemplo. ¿que pasa si alguien dice, no sé, “a mi me gustan los chicos, pero creo en Jesús y quiero ser cristiano”?

  • Esa es realmente la cuestión, y no es fácil- máxima atención en el aula- Porque lo importante es que el “homosexual” es una persona, y como tal Dios lo ama profundamente, tal cual es, pero además es una persona que sufre… tanto por el conflicto interno que padece entre su naturaleza y su conducta como por la relación con los demás, que en ocasiones puede ser de desprecio, por lo que deben ser tratados con el máximo amor y la comprensión por parte de la Iglesia, tal como los ama Dios. Pero lo que creo que te refieres es a por qué no darles “licencia” para vivir así ¿no?

  • Sí, claro.

  • Porque eso sería no amarlos realmente… la conducta homosexual va contra el propio ser profundo del hombre, contra el plan de Dios… y eso por tanto más que aliviar su sufrimiento lo que hace es agrandarlo… no es de extrañar el alto porcentaje de suicidios entre este colectivo.

  • ¿Pero entonces se tienen que fastidiar y ya está?

  • No, eso no es cristiano. Por un lado existen multitud de personas que tras una terapia adecuada – y esto no es políticamente correcto – han reaprendido a vivir su sexualidad de modo heterosexual y se manifiestan agradecidos y, lo que es más importante y así lo manifiestan, “liberados”. Por otro, si alguien es cristiano y plenamente consciente de la voluntad de Dios para sí pero descubre en su persona una atracción hacia otras de su mismo sexo, las vivirá en castidad, que como ya os he dicho otras veces no es una forma de fastidio o prohibición, si no de libertad y dominio de sí.

  • ¿Pero eso supone una diferenciación clara con los heterosexuales?

  • No, para nada, tanto para aquellos que se consagran a Dios en la vida sacerdotal o religiosa renunciando a las relaciones, como a los casados, que renuncian a cualquier relación sexual con los miles de millones de personas del mundo excepto su propio cónyuge, la castidad, que no es más que vivir la sexualidad conforme a la moral, es una gracia, un don de Dios…

¿Por qué la Iglesia prohíbe los anticonceptivos?


  • Profesor, ¿Por qué  la Iglesia prohíbe los anticonceptivos?
  • Bueno, no creo que “prohibir” sea el término adecuado, la Iglesia no es un juez o un gobierno para prohibir nada, pero si que es cierto que los cristianos consideramos ilícito el uso de medios que sean directamente contrarios a la fecundación.
  • ¿Pero por qué?
  • Bueno, para responder a esa pregunta habría que tener en cuenta que el hombre no solo tiene una dimensión terrena, si no también eterna y sobrenatural -esto les suena a chino- Veréis, los esposos no son los dueños de sus hijos o unos meros fabricantes de niños, son, o deben ser, colaboradores de Dios en la transmisión de la vida humana, por eso para un matrimonio cristiano se convierte en un deber más que una opción.
  • ¿Y debemos tener los hijos que Dios quiera?
  • Bueno, en principio esa es la idea, los hijos son una bendición de Dios, aunque a veces os empeñéis en parecer lo contrario – risas- por eso debes estar dispuesto a recibir y agradecer los hijos que Él te mande como lo harías con cualquier otro don.
  • ¿Entonces sólo hay que hacer el amor para tener hijos?
  • No necesariamente, tened en cuenta que la relación sexual además del aspecto procreador tiene otro aspecto, el unitivo, el de la unión de los esposos. En el acto sexual el hombre y la mujer se unen en uno solo, tanto física como espiritualmente, es una donación mutua, una entrega del uno al otro. Por eso los esposos pueden y deben mantener relaciones aunque por edad o cualquier otra circunstancia ya no sean fértiles. Pero el hombre no es quien para separar deliberadamente esos dos aspectos.
  • Pero hoy en día eso es una barbaridad, ¿Y si Dios quiere que tenga 15 hijos?
  • Bueno, puede que quiera que tengas 15 ó 2 ó ninguno… eso no lo puedes saber de antemano.
  • Ya, pero me refiero a que hoy en día cuesta mucho dinero criar un hijo…
  • Si, eso dicen… todo hijo supone un gasto económico evidente, pero si os fijáis la situación económica familiar en general no es un factor a la hora de tener más o menos hijos, me refiero a que las familias ricas no tienen más hijos que las pobres…
  • ¿Pero si realmente no te lo puedes permitir?
  • Esa palabra es la clave… “realmente”. En ocasiones no es que un matrimonio tenga o no tenga capacidad económica para criar un hijo, si no que no quiere renunciar a un tipo de vida o status por criar a un hijo… pero bueno, supongamos que es así, de hecho la Iglesia es la primera que reconoce que no sólo por circunstancias económicas, si no también psicológicas, de condiciones de trabajo o vivienda, etc. en ocasiones recibir un nuevo hijo puede ser fuente de dificultades y angustias.
  • Entonces… ¿nos fastidiamos y venga a tener hijos igualmente?
  • No se trata de eso, si existen motivos realmente serios y graves, no egoístamente, los esposos pueden distanciar la llegada de un nuevo hijo utilizando los periodos no fecundos de la mujer que Dios ha puesto en la naturaleza.
  • ¿Los periodos no fecundos?
  • Sí, como sabéis la mujer tiene un ciclo fértil de más o menos 4 semanas de duración, que culmina con la regla o menstruación, y durante ese periodo hay días que son muy propicios para quedarse embarazada, que suelen ser los días centrales, y otros cuya probabilidad es mínima. A través de un control de ciertas variables del cuerpo de la mujer como la temperatura o las segregaciones vaginales se pueden establecer con bastante exactitud dichos días, por lo que el matrimonio podría abstenerse de tener relaciones en los días fértiles y al revés. Si os interesa el tema os recomiendo que hagáis algún cursillo de lo que se conoce como planificación familiar natural.
  • ¿Pero entonces es cuestión de método? ¿Si yo decido no tener un hijo no debe dar lo mismo si controlo mis días o si me tomo una pastilla?
  • No, no es lo mismo. No da igual servirte de algo que Dios ha dispuesto en la naturaleza que impedir de forma artificial el desarrollo de los procesos naturales.
  • Pero si Dios nos ha dado la inteligencia no entiendo por qué no podemos servirnos de ella para crear y usar métodos con ese fin.
  • La inteligencia es un don de Dios y la Iglesia es la primera en elogiar y en recomendar que la usemos, más aún si es en algo que nos relaciona tan de cerca con la obra de la creación como es la transmisión de la vida, pero siempre, tanto en este campo como en cualquier otro, respetando el orden que Él mismo ha establecido. Dicho de otra forma, tú puedes usar un don de Dios como es la inteligencia para cumplir su voluntad o para todo lo contrario.
  • ¿Y si quiero usar los métodos naturales por que simplemente no quiero tener hijos?
  • Poder, puedes, pero no es lícito. Como os he dicho no es sólo una cuestión de métodos, si no de que haya circunstancias serias para aplazar la llegada de un nuevo hijo.
  • ¿Pero si a pesar del control de los días te quedas embarazada qué pasa?
  • Pues que tendrás un hijo -risas- que será hijo de Dios y una bendición para ti y tu marido. Eso es lo que significa que todo acto debe estar abierto a la transmisión de la vida. Os debe quedar claro que la paternidad no es un simple proceso biológico, es una vocación que Dios ha inscrito en el corazón de cada uno y el fruto de un amor fecundo…

¿Un cura puede enamorarse de una mujer?


  • ¿Un cura puede enamorarse de una mujer?– lanzo la pregunta al aire en la clase cuando voy ha hablarles del enamoramiento y de la decisión de amar.

  • Pues no, no puede– contestan algunos

  • ¿y por qué no?

  • Pues por eso, porque es cura.

Ciertamente el campo está abonado, existe una confusión de términos a aclarar y que por tanto nos permitirá descubrir cosas nuevas juntos.

  • Tenemos que ver entonces una cosa, ¿los sentimientos son voluntarios o involuntarios?– casi todos se quedan pensando, por los gestos que hacen no lo tienen nada claro- Os pondré un ejemplo ¿tú puedes decidir que alguien te caiga mal?, ¿puedes decidir que una cosa te dé miedo?

  • Pues no– suelta el más decidido- yo no puedo hacer que me den miedo… las escaleras.

  • Correcto, aunque es probable que te diesen miedo si de pequeño te caiste por una, pero como bien dices eso no lo decidiste tú

  • ¿pero lo de que alguien te caiga mal? Yo decido con quien me junto o de quien paso…

  • Sí, pero no confundas, la decisión que tomas es posterior a tus sentimientos– pone cara de escepticismo- Veamos, dime el nombre de una amiga tuya muy amiga– me dice un nombre- Pues bien, haz que ahora mismo te caiga mal, decide que te resulte antipática.

  • Eso no puedo hacerlo, si me cae mal alguna vez será por algo…– su rostro se ilumina mientras lo va diciendo, ya lo ha entendido

  • Pues lo mismo ocurre con enamorarse, enamorase es un sentimiento y los sentimientos se forman en nuestra mente sin nuestra voluntad, normalmente relacionados tanto con nuestras emociones como con nuestras experiencias pasadas, por eso a veces son tan sorprendentes.

  • ¿sorprendentes?

  • Sí, un día resulta que te vuelve loquita ese compañero tuyo que tiene gafas y tú te preguntas ¿pero cómo me tiemblan las rodillas ante este chico si a mí nunca me han gustado los que llevan gafas? – las chicas ríen, ellos se hacen los duros- o resulta que no puedes quitarte de la cabeza a esa chica delgadita cuando a ti siempre te han llamado la atención las pechugonas– ahora ríen todos.

La cosa parece que marcha, los chicos están interesados y puedo seguir profundizando.

  • Ahora bien, los sentimientos son muy importantes, forman parte de nosotros, pero pueden ser también peligrosos y por eso debemos aprender a manejarlos

  • ¿pero no has dicho que son involuntarios, que no dependen de nosotros?

  • Que surja un sentimiento no puedes evitarlo, pero sí que puedes fomentar las circunstancias en las que es posible que aparezcan o evitarlas hasta que disminuyan– esto ha sonado a chino- Vuelvo a los ejemplos, te ha llamado la atención una chica, tú procuras hablarle, conocerla un poco mejor, intentar quedarte con ella a solas… es posible que así surja el enamoramiento… o no, que no haya ningún tipo de “magia”. O al revés, te ha hecho gracia la novia de tu mejor amigo, y evitas esas mismas circunstancias para que no surja nada más que complique vuestra amistad.

  • ¿Incluso si te has enamorado ya?

  • Incluso, aunque no sin dolor. ¿Recordáis el caso del cura que os pregunté? Veamos, un cura de repente nota que se ha enamorado de una chica de su parroquia, es un sentimiento que le ha surgido, no lo puede evitar. Pero por mucho que le guste, él ha decidido ser cura y esa es su auténtica vocación, ¿qué puede hacer?

  • Pues probablemente algo como lo que has dicho– contesta uno- evitar quedarse con ella a solas, no darle ningún trato especial ni interesarse en sus circunstancias personales…

  • Es muy correcto. Y así es posible que el sentimiento vaya disminuyendo hasta desaparecer, o incluso aunque así no sea, que el sacerdote sea responsable con su vocación y se diga a sí mismo “aunque me he enamorado de esta chica, no quiero dejar de ser sacerdote, y me guardaré este sentimiento para mi, pero nada más”

  • ¿Y los que no son sacerdotes?

  • Lo mismo, enamorarse es involuntario, decidir amar no. Si te enamoras de un chico que es un violento y piensas que una relación con él sería un peligro, te apartas, como del fuego.

  • ¿Pero eso no es ir en contra de lo que realmente somos?

  • No, pero gracias por la pregunta, por que esa es la cuestión del millón. Los sentimientos forman una parte importante de mí, pero no son yo. Yo soy mucho más que sentimientos, también tengo inteligencia, razón, voluntad, moral, proyectos… obrar sólo por sentimientos es un absurdo. Veamos, si un señor de 50 años casado y con hijos deja a su familia y se va con una chica de 25, ¿podemos disculparlo por que son sus sentimientos?

  • Pues no, ese tío es es un sinvergüenza.

  • Pues igual ocurre con toda nuestra vida. Yo puedo tener odio hacia alguien, pero puedo decidir tratar de aminorarlo o matar a esa persona

  • ¿Y con el amor?

  • Permíteme que te conteste con una pregunta, cuando vayas a casarte y le digas a tu novio lo de “prometo amarte en la salud y la enfermedad todos los día de mi vida” ¿qué estás comprometiendo, tus sentimientos o tu voluntad?– silencio- dicho de otra manera ¿tu puedes saber lo que sentirás dentro de 20 años?– niegan con la cabeza- pues entonces no puedes comprometer tus sentimientos, ya que no tienes control sobre ellos, lo que puedes comprometer es tu voluntad, que libremente has decidido estar con esa persona, apoyarle y acompañarlo el resto de tu vida– “tensión” en el ambiente.

  • ¿pero entonces debemos seguir con alguien aunque se haya pasado el amor?

  • No el amor, el enamoramiento. Ese enamoramiento romántico que os hace estar tan capullos– ríen- desaparece, es ley de vida. Pero si eres consecuente con tu decisión, sobre él crece lo que llamamos el amor verdadero, que tiene mucho más que ver con la complicidad, la ternura o la compenetración, eso es lo que te hace amar de verdad.

La idea general está clara, pero aún hay mucho que matizar…

Las respuestas del examen


Como lo prometido es deuda, antes de leer este artículo ve al anterior si no los has hecho ya. En él proponía a los lectores del blog realizar un examen similar a los que hago a mis alumnos al principio de curso para comprobar los conocimientos de religión y moral católica con los que llegan, y ahora toca dar las respuestas.

¿listo?

¿sí?

¿ya lo has hecho anque sea mentalmente? Venga, vamos entonces

  1. FALSO. San Pedro y San Pablo no escribieron ningún evangelio, hay cartas suyas en la Biblia, pero los evangelistas son Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

  2. FALSO. Los evangelios narran la visita de unos sabios de oriente al niño Jesús. Su número y  nombres forman parte de una tradición posterior, pero no están el la Biblia.

  3. FALSO.  Los que hacen los votos de pobreza, obediencia y castidad son los religiosos, los que forman parte de una orden como los escolapios, dominicos, etc, tanto sacerdotes como hermanos legos. Los sacerdotes seculares, los que encontramos en la mayoría de las parroquias no hacen ningún tipo de voto.

  4. FALSO. La clase de religión y la catequesis se dan generalmente en lugares distintos, pero la diferencia no está en el lugar, si no en la finalidad. En la clase se busca la adquisición de conocimientos, en la catequesis la experiencia personal de la fe y el encuentro con Dios.

  5. FALSO El feto adquiere su condición de ser humano desde el primer momento de la concepción, cuando es todavía una única célula, ya que posee su código genético completo que lo caracteriza como único, irrepetible y perteneciente a una especie concreta.

  6. FALSO. Los católicos solo adoramos a Dios y veneramos a la Virgen María y a los santos del cielo. La veneración es una admiración máxima por su santidad.

  7. FALSO. Ser cristiano es una gracia de Dios, es decir, es algo que el Señor te da gratis. No depende de ningún esfuerzo ni del resultado de ninguna acción de la persona.

  8. FALSO. La voluntad de Jesús es que hubiese una única Iglesia, tal como encargó a Pedro. La aparición de multitud de iglesias y congregaciones cristianas son fruto de errores y malosentendidos humanos o intereses particulares a lo largo de la historia.

  9. FALSO. El sucesor de San Pedro hoy en día es el Papa.

  10. FALSO. Celebramos el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, pero esta fecha proviene de la cristianización de una festividad romana que celebraba el nacimiento del sol, pero no sabemos la fecha concreta. Por los datos de los evangelios debió ser en primavera-verano.

  11. FALSO.Teresa de Calcuta fue la fundadora de una orden religiosa, las Misisoneras de la caridad.

  12. FALSO. Quien elige al nuevo papa son los cardenales cuando el anterior ya ha fallecido.

  13. FALSO. El sacramento de la Confesión se denomina también del Perdón, de la Reconciliación o Penitencia. La Eucaristía es la celebración del sacramento de la Comunión.

Hablános de sexo, profe.


 Publicado originalmente el 25-11-11

Los adolescentes siempre muestran mucho interés por todo los temas relacionados con el sexo, es normal, es natural, es bueno, corresponde a lo propio de su edad y su desarrollo afectivo y personal.

Curiosamente jamás han tenido a su alcance mayor información a este respecto y al mismo tiempo tan deformada y sesgada: la pornografía en internet o los modelos de relaciones personales que muestran Tele 5 y otras cadenas basura son un buen ejemplo.

 

Y para más inri, muchas de las charlas sobre educación sexual que reciben en el instituto son impartidas por la enfermera del ambulatorio, que se limita a explicarles los diferentes método anticonceptivos, o por colectivos de homosexuales que tratan el tema desde una marcada ideología de genero con la que adoctrinar a los chavales.

La máxima que aglutina todo esto es que la práctica sexual debe ser frecuente, da igual cómo o con quién y que el único pecado a combatir es el embarazo. Y todo esto crea en los jóvenes el efecto contrario al pretendido, más desconocimiento, más angustias, más miedos, menos libertad.

Nadie les ha hablado de la dignidad de ser hombre o mujer, de la entrega, del amor, de la paternidad, de la transcendencia de su sexualidad… por eso en cuanto en clase surge algo así de pasada y a uno se le ocurre decir un

bueno, esto ya lo hablaremos otro día

los chicos saltan con un

¿y por qué no ahora? Háblanos de sexo ahora, profe.

Más de una vez me ha tocado aparcar el tema o la actividad que tenía prevista para hablarles de su desarrollo afectivo y sexual. Y la sorpresa es doble. Primero ellos se sorprenden cuando empiezo a explicarles que el origen de la sexualidad está en Dios, que el sexo es un regalo suyo y por tanto es algo bueno, que nosotros somos los que podemos hacer un mal uso, de cómo son sus emociones y sentimientos y por qué se producen, de que son personas y no objetos… y uno se sorprende de que se sorprendan, de que entre tanta información nadie les haya hablado así, que nadie, en definitiva, les haya dicho antes la verdad. Les explico también qué significa sentirse atraído, enamorarse y amar y se alegran de saberlo porque son conceptos que casi siempre mezclan y confunden…

Y las reacciones son para grabar, ves a los chavales más “sobraos” con la boca abierta, a los más tímidos actuando de manera participativa y sobre todo y en todos auténticos suspiros de alivio, se han quitado un gran peso de encima.